PAREN
EL MUNDO QUE ME QUIERO BAJAR
Genaro
Mosquera C.
Paren el mundo, me quiero
bajar. ¿Quien no desea salir de la pesadilla venezolana deteniendo el mundo,
bajarse y marcharse a otro lado?, pero no seamos inocentes, es simplemente una aspiración
producto de nuestra desesperanza por la acometida del régimen contra los seres
humanos que vivimos en este país.
Ya que no nos quieren en
otros países, la xenofobia existe y en las aduanas nos maltratan, nos ven mal y
ponen obstáculos para ingresar. El que logra formar parte de la diáspora pierde
su acervo cultural, no solo la familia, sino la formación que recibió puesto
que no va a poder ejercer su oficio o profesión. Si logra trabajar, será en
oficios marginales, jamás en lo que sabe a menos que tenga una suerte increíble
o competencia laboral excepcional. Trabajará muchas horas al día y cuidado si solo puede
percibir cinco dólares la hora que no alcanzara para pagar renta, traslados,
comida y nada más. Vivirá arrimado con muchas dificultades y será muy difícil
enviar dinero a su familia.
Cuando un venezolano común permanece
en el país, está sometido a un cambio social nunca visto, por ejemplo podemos
inferir la respuesta a la gran pregunta ¿Por qué? y elaborar una serie de interrogantes,
preciso; ¿por qué tengo que tolerar que si estoy empleado me paguen entre cinco
y con mucha suerte veinte dólares mes? Podemos seguir la reflexión a variadas
interrogantes, por ejemplo; comer una o dos veces al día, frecuentemente solo
arroz, pasta, verduras y ninguna proteína ya que no alcanza el ingreso; vender el carro porque no
puede pagar los repuestos, vender artefactos y bienes, incluyendo la ropa usada
para completar; vender si se tiene, la vivienda e ir a otra más barata e improvisada para que con el remanente poder vivir
e incluso simular que mi vida no ha cambiado. Ir a un cine, o a un bar es imposible,
ir a reuniones solo a contribución, no se puede ir a ningún entretenimiento y
vivir preso en casa después de las cinco de la tarde por miedo al hampa; no ver más a la familia por
lo costoso e imposibilidad de viajar. No escuchar radio porque está llena de
propaganda oficial, y las pocos programas de opinión que quedan los locutores
se ven obligados a entrevistar a activistas oficiales porque si no, los
cierran. Tampoco ver TV por cable la
cual está llena de programas repetidos por falta de pago de los derechos a las
operadoras, las plantas locales de TV llenas de programas insoportables, y odiosa propaganda socialista-
Podemos seguir con las
vivencias de cada ser humano promedio en el país. Una de ellas es quedarnos en
Venezuela porque estamos arraigados, no queremos tomar riesgos, o simplemente
no podemos irnos. Vemos con reserva a un dos por ciento de la población que
llena restaurantes, fuentes de soda, bares, y locales con espectáculos cuyas
entradas exceden a los cincuenta dólares hasta niveles increíbles, claro, son
enchufados que tienen altos ingresos, dueños de empresas, bodegones, locales y complementos
obtenidos probablemente como resultado de sus negocios e incluso fechorías.
También vemos a viajeros opulentos, comerciantes o emprendedores que dicen en
descargo, que tienen que vivir y sin rubor admiten que son colaboradores,
contratistas o usuarios del régimen.
Funcionarios de
instituciones públicas obtienen beneficios indirectos a los cargos que detentan
y ni de casualidad quieren dejarlo aun
cuando sean de oposición. Un profesor amigo me dijo; “mire maestro, yo tengo más
de 15 años en mi cargo universitario, tengo algunos privilegios, voy
regularmente a las sesiones y me reúno con funcionarios del régimen lo que me permite convivir relativamente bien, pero
ni de casualidad voy a renunciar o estimular elecciones, jubilarme para estar
en la calle dando lastima”.
Todo esta referencia es para
decir que, no podemos parar al mundo, sino a los que han provocado la
lamentable situación en la que nos ha colocado el régimen producto de su acción
bien conocida de someter a los pueblos mediante el hambre y la represión, por
cierto, similar a la deplorable calidad
de vida en Cuba, Sus fuerzas de ocupación nos miran admirados de que por fin los
imitamos en su miseria. Invasores de otras nacionalidades explotan los recursos
del país sin escrúpulo burlándose de los
temas ambientales. Esta situación les importa un comino a los directores del régimen
y mucho menos a los acomodados opositores oficialistas. Hay una metáfora
conocida “vender el sofá y mirar a otro lado.” No, la alternativa es desplazar a
los responsables de tan perversa
humillación.
Nuevamente dirigentes lanzan
sus consignas de dialogo y paz, nos motivan con el señuelo electoral,
aspiración nacional e internacional adecuada, pero condicionada para resolver la crisis, es decir la gran
restricción de terminar con la usurpación del poder. Resolver no sólo el
nombramiento de los rectores electorales, sino a toda una estructura regional cuyos
funcionarios deben ser sometidos a juicio penal porque igualmente son cómplices
del fraude electoral.
Se debe también resolver el
asunto del Registro Electoral que deja afuera la bicoca de cuatro millones de electores
que han emigrado o viven en el exterior a quienes se les pondrá difícil
actualizar el registro y el régimen pondrá todos los obstáculos espaciales y
estratégicos para no dejarlos votar en una eventual elección, Así mismo, se
debe resolver el tema relativo a dos millones de jóvenes sin inscripción, dos
millones y medio de cédulas falsas y el imprescindible ajuste de los circuitos
electorales que han sido manipulados igual que el sistema informático que
obliga a elecciones manuales.
En resumen, tarea difícil
para hacer elecciones transparentes a corto plazo sin contar que se aplicarán
según las negociaciones solo elecciones parlamentarias y no las presidenciales,
Como se ve, obstáculos casi imposibles de resolver para lograr desplazar a un
régimen que se mantiene en el poder por la fuerza obediente a directrices
extranjeras y antidemocráticas
Por todo eso, llegó la hora de no morir en el intento o de
convertirnos en zombis por inanición y pobreza, el consecuente deterioro de la
salud física y mental. Pues no, la reacción está en nuestras manos y parar al
poder usurpador de una vez por todas.
Loa países amigos nos ven con
angustia porque no reaccionamos, no hay contraparte efectiva, por lo tanto,
habrá que construir un movimiento cívico con las más relevantes personalidades,
honorables y claros, líderes verdaderos de la sociedad civil para que sirvan de
contraparte política. Ese movimiento cívico debe ser representativo y trasmisor
de nuestras carencias, desvelos y aspiraciones democráticas. Dispuestos a organizar
la lucha de verdad en la calle y a parar al país totalmente,
Se acabó, paremos al país
indefinidamente, un movimiento duro y sostenido, que se detengan
de una vez los servicios, que por cierto no sirven, que todo se paralice, y
nosotros con nuestras carencias tenemos que hacer lo necesario en busca de un
futuro decente.
La presión popular da
resultados y provocará las debidas reacciones para desplazar al régimen el cual
no tiene nacionalidad, que se entregó a países antidemocráticos y ha montado la
maquinaria criminal más perversa de la historia, el crimen organizado internacional,
que no tiene escrúpulos, son compradores de conciencias y todo lo que pueda
para manejar la actividad económica particular que induce a la maquila y la
marginalidad. La calle es nuestra conseja, ir a un proceso donde el mundo siga
girando, pero que la fuerza centrifuga expulse a los responsables de tanta
angustia y miseria que acaba sistemáticamente con un ex país llamado Venezuela.