Dr. Genaro Mosquera Castellanos
I.- DESLINDE DOCTRINARIO: DEMOCRACIA vs
COMUNISMO
Adán Smith, en la “ Riqueza de las Naciones”,
sostuvo que una mano invisible destilaría el bienestar económico para toda la
sociedad a partir de las acciones económicas egoístas de los individuos, y para
complementar su planteamiento sobre la naturaleza de la dinámica de las
sociedades, afirmó que en una República las diversas facciones políticas
buscaban necesariamente su propio interés pero que, sin embargo, alcanzarían la
armonía domestica basándose en la separación de poderes que mutuamente se
establezcan frenos y equilibrios, de tal manera que esa separación permitiría
evitar el despotismo, lograría instalar un gobierno armonioso capaz de poner
freno a los excesos de poder y sirva al bien común frente al dilema que citaba
Bernard Show, “ Hay dos tragedias en la vida, una consiste en no lograr lo que
más se desea y la otra es lograrlo”.
En medio de ese desiderátum se mueven las
concepciones democráticas de la sociedad –destaca el sentido plural de las
mismas- frente a la ideología comunista, caracterizada por el autoritarismo y
el abuso en el ejercicio del poder. Estos rasgos definitorios de la doctrina
comunista pretendidamente estarían en condiciones de normar e imponer la paz
allí donde la misma depende en realidad de la vigencia de normas éticas, de los
valores humanos, de la vigencia plena del estado de derecho y de la autoridad
legítima debidamente representada por los líderes que el pueblo elije
libremente a través del ejercicio del sufragio.
Frente a esta primera reflexión, es pertinente
traer a colación un documento proveniente de las entrañas del Kremlin,
elaborado por un diplomático norteamericano: Gorge Kennan, denominado El
Telegrama Kennan, donde el autor definió el marco conceptual de la filosofía
política de la Unión Soviética en plena época de Stalin, y el cual, por cierto,
mantiene hoy absoluta vigencia. Ese marco conceptual partía de la base de que
la idolología comunista es irrevocablemente hostil a los países capitalistas, y
que, en realidad, ese dogma doctrinario
de falso altruismo con propósitos sociales, se basa en el sometimiento de los
pueblos y encuentra su justificación en
la práctica de gobernar en dictadura, sustentada ésta en los sacrificios que
exigen de la población, en la eliminación todo valor ético en su métodos, en
tácticas crueles y despilfarradoras sustentadas en el poderío militar, en el
terror, en la opresión, en el control de las libertades personales y en la
existencia de un partido único, dejando a la sociedad fragmentada, siempre
perseguida y destruida, afianzando así el control de una masa políticamente
incapacitada e inculta, anclada en una pretendida nivelación de las clases
sociales apalancada en el chantaje y las
prebendas.
Toda esta
visión contrasta dramática e irreconciliablemente con la visión democrática de
la sociedad, sustentada en la voluntad de la mayoría, caracterizada por la
creación de instituciones libres, de gobiernos representativos, por la
celebración de elecciones libres, por el otorgamiento de garantías plenas a las
libertades individuales, a las libertades políticas y de expresión, de religión
y de pensamiento en general, y por la erradicación de toda forma de opresión
política.
El objetivo
práctico que se proponen estas dos concepciones extremas del mundo y de la
vida, consiste, en el primer caso, en extender socialmente su esfera de
influencia totalitaria, mientras que, en el segundo caso, se trata de
democratizar nuestra esfera de influencia, metas y propósitos, ambos, por lo
demás irreconciliables, ni siguiera mediante el dialogo, que pasaría a
transmutarse en una actuación engañosa e hipócrita.
Esta confrontación encuentra un campo fértil de
lucha dicotómica: pacífica o militar. En el primer caso, los comunistas
propondrán un dialogo inútil y de búsqueda de tiempo para favorecer el despliegue
de sus tácticas usando el lenguaje utilitario de la paz. Y es en ese ambiente
que cobra sentido un dicho muy conocido: “que los políticos, cuando desean
ganar tiempo, hablan por hablar”. Frente a ello, la experiencia democrática ha
trazado su propia ruta: crear situaciones de fuerza en las calles, y poner de
manifiesto las áreas débiles que pudieran conducir a eventuales acuerdos
políticos, aunque su probabilidad sea en realidad muy baja dada la
circunstancia de que la verdadera motivación de la contraparte comunista es
defender y mantener el poder y sus privilegios a toda costa. Sin embargo, no
hay que dejar de lado las experiencias socio históricas, de que la contención y
el cambio de un gobierno de fuerza surge
también de sus propias entrañas, cuando su liderazgo entra en contradicciones
internas e inevitablemente aparecen las purgas de sus propios camaradas y,
consecuencialmente, el desplome aparece de manera incipiente hasta
profundizarse, como ocurrió en la URSS a la muerte de Stalin, donde la generación
política de relevo basó su poder en el servilismo, la eliminación de
competencias, la confidencia malsana y la lucha por la sucesión. En conclusión,
la contraposición doctrinaria de Comunismo vs Democracia revela actitudes
incompatibles ante la vida y la sociedad y la única solución a ese conflicto es
el desplome de uno de ellos.
Ese es el
escenario verdadero que nos toca, como venezolanos responsables, enfrentar hoy.
Ahora bien, la contraposición irreductible de esos dos polos doctrinarios no
necesariamente se configura como polaridad simple cuando cristaliza en el marco
histórico-social. Más aún, podemos decir que nunca cobra realidad en esos
términos. Es en este punto que nace el tema de la definición y desarrollo de la
estrategia política, es decir, en la comprensión que no confunde la aprehensión
teórica y conceptual de la situación (la escena) con su pretendida “realidad”.
En efecto, la confrontación doctrinal, que es real en tanto contraposición de
visiones prospectivas (proyectos) de la realidad, puede adoptar múltiples
formas y configuraciones socio-políticas cuya dinámica es dependiente de cada
circunstancia. Pero solo en el campo de la aprehensión-definición conceptual de
cada una de esas configuraciones posibles como fundamento de la estrategia es
que la misma se define como una confrontación de dos actores políticos
nítidamente contrapuestos. Es esto lo que debemos pasar a considerar.
II.- FUNDAMENTOS CONCEPTUALES.
Reflexionemos sobre este aspecto, para lo cual es
preciso introducir algunas consideraciones epistemológicas. Nuestro problema
consiste en discutir el proceso de aprehensión teórico-conceptual de una
determinada configuración histórico-política de la confrontación Comunismo vs
Democracia como escenario político en desarrollo. Para ello nos colocaremos en
la perspectiva conceptual de la complejidad. Esto significa que no veremos el
despliegue del escenario político en cuestión como un “proceso” ya que la idea
de proceso apunta a una linealidad, a una mecánica del desarrollo de la
situación que, por tanto, remite al tópico de la determinación de los
antecedentes y consecuentes (causas y efectos) que está totalmente sumergido en
el modelo del pensamiento moderno (Capra, “La máquina del mundo”). En
contraposición, el concepto de dinámica hace referencia a una totalidad de
elementos determinantes que, sin embargo, van a tener un peso variable en la
caracterización o en el modo de enfocar y comprender la situación o estado de
cosas en la que se encuentran involucrados: donde en algunos momentos o
enfoques va a prevalecer el elemento político, en otros el económico, en otros,
inclusive, va a prevalecer el momento teórico o ideológico.
En este sentido, introducimos el concepto de
dinámica, el cual no pretende explicar sino “dar cuenta”, interpretar con base
en la idea de complejidad un estado de cosas en despliegue o desarrollo
configurado por una diversidad de enfoques que confluyen dinámicamente, no
estáticamente, en la conceptualización/comprensión de la situación. Lo que
ocurre en el interior de esa síntesis de determinaciones conceptuales es la
diversidad de roles y predominios de las mismas, según los momentos, las
tendencias y las tensiones que son propias del concepto al definir su “interés”
(Habermas, Conocimiento e interés) hacia el mundo. Ese es el concepto de
Dinámica, esto es: el fundamento epistemológico del procedimiento de
aprehensión del “objeto” en su complejidad.
Con lo cual buscamos distanciarnos también de los enfoques “multidisciplinario” o “interdisciplinario”. Esos enfoques postulan un supuesto metodológico que consiste en convocar un agregado de disciplinas con vistas a realizar un abordaje analítico del objeto (escenario) con el fin de reconstruirlo posteriormente en una síntesis que aspira a reproducir su “complejidad fenoménica”.
Lo complejo no consiste solamente en la síntesis de
una diversidad de determinaciones (políticas, económicas, sociales,
ideológicas) en el concepto de la cosa, sino en el hecho de que todas esas
determinaciones, en tanto determinaciones del concepto, se encuentran en una
relación jerárquicamente transformadora (enfoques o perspectivas de
comprensión), configurando una relación dinámica. Una relación en la que
prevalecen uno u otro elemento sobre los otros según se transforma la orientación
del concepto hacia el mundo. En efecto, en el enfoque del “proceso” social
venezolano y de la crisis formidable de estos años, el diseño de la estrategia
para enfrentar dicha crisis, privilegió el punto de vista político como
determinante en relación con cualquier otro que pudiese caracterizar –pensar,
aprehender- el proceso de la sociedad venezolana en su conjunto en el marco de
la transformación emprendida bajo la prospectiva comunista. Se trató, pues, de
privilegiar una determinación particular para subsumir bajo ella lo que en
realidad configura una dinámica compleja abierta por la implementación, como
política de Estado, de un proyecto comunista de reorientación o reconducción de
la vida de la nación. De allí se origina el estado actual de la situación
política venezolana, donde la oposición hace gala de un enfrentamiento pacífico
y electoral ripostando levemente cada acción gubernamental desde la misma
perspectiva de lo político desde la cual
el régimen proyecta su visión prospectiva, transformándose así en un actor de
complementación del escenario político y dando lugar a interpretaciones
contradictorias de su propio accionar que la sociedad asocia al
colaboracionismo o simplemente a complicidad.
Es conveniente abordar el tema de la situación de
la oposición política venezolana actual desde una perspectiva compleja y
teniendo presente las implicaciones para la definición de las estrategias que
esa perspectiva acarrea. Esto implica necesariamente incorporar el tema de la
dinámica de la situación política venezolana, y, por lo tanto, se hace
conveniente abandonar el enfoque analítico dicotómico, es decir, el que
visualiza dos actuantes en pugna (MUD y Gobierno) y estudia sus comportamientos
políticos y establece la ambigüedad de sus políticas y la actitud del primero
al colocarse de espaldas a la población o las estrategias de engaño del
segundo. Se hace necesario, por lo tanto, avanzar hacia una visión de conjunto,
que abandone la visión dual y que mire la situación como un escenario único en
el cual el foco predominante es el de la complementariedad de los actores
políticos. Y toda estrategia política opositora tendría que definirse de cara a
la situación de conjunto y no ante uno u otro actor separadamente. Eso
determina las condiciones del discurso político que se busca articular ya que
se trataría, primero, de argumentar el rechazo y la denuncia del escenario de
complementariedad de los dos actores y, segundo, de diseñar una nueva
estrategia capaz de definir con claridad un nuevo escenario que permita otra
comprensión del origen de la crisis de la Nación.
¿En qué consiste esa dinámica? Cada jerarquía de
las determinaciones conceptuales remite a una aprehensión diferenciada de la
situación en estudio (enfoque social, económico, político, ideológico) y, por
tanto, epistémicamente diferenciado. En este caso, la síntesis o complejidad de
la situación es el punto de partida para la reflexión y será también el punto
de llegada cualitativamente diferenciado, lo que significa una nueva
comprensión del estado de cosas considerado, esto es: la construcción de un
nuevo escenario de la situación política venezolana actual considerado desde la
perspectiva de la dinámica de sus componentes conceptuales, haciendo
abstracción de los diagnósticos y de la posición que postula el enfrentamiento
de dos fuerzas políticas que a la luz de opinión pública parecen divergentes,
pero que, como hemos visto, son complementarias. En consecuencia, insistir en
este enfoque representa una pérdida de tiempo, pues de lo que se trata es de adoptar
un enfoque renovado que conduzca a la “construcción de un nuevo escenario de la
situación política venezolana actual considerado desde la perspectiva de la
dinámica de sus componentes conceptuales, no de las interrelaciones,
problemáticas o no, de los actuantes principales”
III.- ELEMENTOS PROGRAMÁTICOS.
Sobre esta base, el primer elemento a considerar es
la construcción de una base organizacional considerando la resultante de la
dinámica social y económica cuyas resoluciones pasan por un cambio de gobierno.
Ello está atado indefectiblemente y debe ser soportado por nuevos actores. Por
tanto, sobre la base de los requerimientos de cambio social como resultante del
cambio de modelo ideológico es la clave compleja pero efectiva de marcar el
camino con un liderazgo renovado cuyas sugerencias debidamente documentadas
puedan servir de soporte a las herramientas de cambio. Dentro de este enfoque
hemos preparado la motivación conceptual para que esos actores puedan crear un
círculo concéntrico en expansión nacional y regional que mueva las fuerzas
vivas y logre la sinergia con elementos pragmáticos de cambio. Esta complejidad
es difícil pero no imposible. Si este hecho no se trabaja adecuadamente, la
realidad política inducida por el gobierno con sus mecanismos de poder nos
mantendrá entonces sometidos y humillados y en consecuencia el tema seguirá
deteriorándose hasta un punto de explosión social en pocos meses y algún día la
entente desaparecerá con los costos sociales que ello implica.
IV.- CONVOCATORIA NACIONAL PARA EL CAMBIO DEL
SISTEMA POLÍTICO ACTUAL EN VENEZUELA
El entorno socio-político nacional determina que la
población en general mayoritariamente no soporta la situación de un modelo que
ha tenido efectos perversos y determinantes en la vida cotidiana. El deterioro
de sus instituciones, las violaciones
constitucionales, el ejercicio dictatorial del gobierno y los efectos
muy bien conocidos- Innumerables organizaciones democráticas agrupadas bajo
diferentes formas organizacionales y preclaros venezolanos, capacitados
políticamente, intelectuales de gran valía, experimentados, dignos y de
impecable trayectoria social, tienen perfectamente claro las implicaciones de
los objetivos y resultantes de las politices del régimen y han venido señalando los caminos a
transitar hacia la búsqueda de un gobierno de transición y han puesto a
disposición, ampliamente documentados, los instrumentos necesarios para la
reconstrucción del país sustentados en impecables trabajos y programas que
cubren casi desde cualquier perspectiva soluciones a las dinámicas económicas y sociales.
El desastre que vivimos y la profundización de la
crisis nos advierten del peligro que como pueblo y como país tenemos por la
extraordinaria mala conducción de grupos conectados con los más perversos
intereses personales y mafiosos, que usan el poder sin ningún tipo de
restricción y han hecho del mismo un instrumento de sometimiento. De tal manera, que nos sentimos obligados a
hacer todo lo necesario para constituir una Fuerza Social Colectiva, con
vocación de poder social, apoyado en el conocimiento, en la Constitución y en
el derecho que ella otorga de proponer al país una salida urgente, con ideas
claras y programas derivados del más puro ejercicio democrático y de lucha
contra la tiranía que se torna en salvaje para la preservación del poder y de
sus efectos en la corrupción y entrega incluso de la soberanía.
Es indispensable un liderazgo colectivo que permita
reconstruir al país, a través de un Movimiento de Movimientos, que logre la articulación de una verdadera
unión superior sin limitaciones ni discriminaciones, propugnando esta iniciativa desde todos los frentes, es decir, partidos políticos,
academias, gremios de cualquier sector, organizaciones no gubernamentales, frentes políticos variados que hacen el
ejercicio diario de examinar y desarrollar acciones de denuncia y operacionales
en beneficio de los pobres, de los estudiantes, de los presos políticos, etc.
Es la hora de aglutinar tantas agrupaciones y
capacidades en un Frente Común Colectivo. Un movimiento que pueda llamarse como
se desee, pero que comprometa a una misión de actores que sean una referencia
para el venezolano, para los líderes democráticos de la fuerza armada, para los
gobiernos de los países amigos y las instituciones democráticas.
El venezolano
reclama respuestas y frente a tal circunstancia es perentoria la necesidad de organizarnos de manera
innovadora, y tenemos el deber patriótico de restaurar el Estado de Derecho en
el país por la vía que sea necesaria, obligando a los líderes de agrupaciones
de cualquier naturaleza y a sus representantes formales a declinar sus
intereses personales o partidistas, a entender el clamor y la necesidad nacional dentro del valor
insustituible de la democracia, la dignidad y la voluntad popular para
preservar la calidad de vida, los derechos humanos, la ética, la decencia
y el pluralismo. Para ello debemos tomar
la iniciativa imprescindible de cerrar definitivamente el camino a la nefasta
construcción del modelo comunista de sociedad para que la agenda nacional y las
líneas de acción de la sociedad sean compatibles con la construcción y el
fortalecimiento de instituciones democráticas y de la Democracia como modelo y
forma de vida y tomar las acciones oportunas para dar la cara a la sociedad y a
sus fuerzas emergentes, diseñar una estrategia política inteligente y plural,
darle forma nacional y regional a una fuerza unitaria verdadera que fortalezca
el sistema democrático y favorezca el cambio y el mejoramiento continuo de la sociedad
y pueda decirle a las fuerzas constituidas, acá estamos, listos, con programas
y metas de reconstrucción y de cambio.
Es una tarea formidable, pero los eufemismos y la
abulia terminan con la acción, solo se requiere acción colectiva para parar la infamia
de esta mal llamada revolución que no es más que una organización criminal
dispuesta a todo con tal de preservar el poder y su influencia corrupta,
Convoquemos urgentemente a un gran
movimiento con la participación de toda esta gente que lidera grupos, frentes,
partidos, gremios y organizaciones de variados y heterogéneos objetivos, pero
que todos coinciden en la necesidad de poner fin a esta tragedia que ha
sumergido el país en la destrucción y empobrecimiento arrastrado por un
autoritarismo comunista pasado de moda pero que no conoce límites para destruir
a los seres humanos y arrebatarle sus formas de vida dignas.
Debemos ser capaces de adoptar todos los mecanismos
de lucha para preservar la Democracia, la salud del venezolano y rescatar la
institucionalidad republicana mediante la movilización, inclusive, de aquellas
fuerzas internas que hoy giran y actúan secuestradas alrededor de un gobierno
para la destrucción nacional, pero que todavía conservan reservas éticas y
valores morales y de solidaridad que están actualmente maniatados como
consecuencia del chantaje y la opresión. Se deben dictar las pautas de acción
colectivas que conduzcan a un gobierno de cambio, de dirección plural,
integrado por personalidades no comprometidas con intereses subalternos, de
indiscutible proyección nacional, y que faciliten la construcción de
organizaciones nacionales y regionales
para difundir y alinear las energías necesarias para el cambio, para convocar a
la experticia y la experiencia adecuada que logre el ordenamiento y
jerarquización de los planes y programas
con una visión realista y de vocación democrática.
La transición es absolutamente necesaria para
desplazar de una vez por toda a un gobierno que en 18 años se ha negado
criminalmente a responder a los intereses y necesidades colectivas de la Nación
Venezolana, por lo que resulta impostergable afrontar con resolución la
renovación total, algo así como un “borrón y cuenta nueva” de la vida nacional,
apalancado por organizaciones que representen al pueblo, a sus instituciones, y que un frente
militar democrático, también deseoso de cambios, se identifique con ellas a
objeto de sumarse a la tarea de ordenar el caos bajo nuevos enfoques de
reconstrucción nacional.
Esa motivación de alcance regional tiene que dar gran impulso a la calle, a la
movilización efectiva y al despliegue de un nuevo liderazgo, oculto pero
activo, poco visible hasta ahora pero funcional, con ideas y experiencias
nuevas, cuya consolidación le permitirá actuar dentro de una estructura
organizativa colectiva, renovada, capaz de generar alternativas políticas
retadoras, que pongan a disposición de la Nación un cuerpo verdaderamente
unitario, fértil y ético para atender la transición tal y como está planteada.
Existen fórmulas de gobierno para la transición y rescate del país, Es una
obligación ciudadana para enfrentar el atropello, el egoísmo y la corrupción.
Convoquemos, entonces, para empezar este
movimiento, a un liderazgo dotado de alto sentido ético y político emergente a
fin de construir una gran red y un movimiento cívico a nivel nacional y
regional con objetivos claros y trabajemos urgentemente en ello.
Caracas, enero 2017