La situación política global sirve de marco de
referencia para el ejercicio del poder de un país en particular cuyo nivel de
influencia irradia al exterior y regresa en una especie de retroalimentación.
Un buen ejemplo de este efecto se pone de manifiesto dentro del conflicto
ruso-ucraniano el cual ya alcanza generalidad y que ha movido a los actores
principales a desarrollar acciones de defensa y ofensiva para mantener sus
objetivos particulares. En ese entorno el gobierno estadounidense en una de sus
múltiples estrategias mueve su influencia hacia Venezuela con el argumento
petrolero y se acerca al régimen venezolano jugando por bandas, es decir,
rescatar a nacionales secuestrados por el régimen, sondear la política
petrolera con miras a proteger las inversiones de sus empresas energéticas. Usa
argumentos poco creíbles, e insiste en preservar, queriendo sin querer al
régimen transitorio, estableciendo un acercamiento odioso con el régimen y
desarrollando nuevamente la estrategia comunicacional sugiriendo que la crisis
venezolana debe ser resuelta mediante diálogo y negociación.
Estimula como política particular el acercamiento
con el apoyo de intereses subalternos al régimen y de la oposición
perfeccionando los factores involucrados para buscar resolver el tema mediante
el argumento de hacer elecciones presidenciales adecuadas.
Frente a esta estrategia, la oposición fortalece
esta posición y el régimen promete retomar dicho diálogo en una acción inútil,
intrascendente e hipócrita. Vuelven sobre el tema con el objetivo puesto en
preservar sus intereses e intentar desbloquear o flexibilizar las restricciones
internacionales. Anuncian conocer las verdaderas expectativas de la población y
las usan como elementos tácticos para retomar una supuesta ronda intensiva de
consultas y reuniones con todos los sectores de la oposición y de la sociedad
civil. De paso anuncian que el diálogo es necesario especialmente cuando el
país avanza hacia mejores condiciones económicas en un ambiente de paz, e
intentan ampliar el tema mediante la convocatoria de los sectores económicos,
sociales y de trabajadores en general.
El planteamiento anterior obedece a una estrategia
de continuidad del poder para intentar obtener ventaja especialmente e intentar
lograr total o parcialmente el desbloqueo a las restricciones económicas
internacionales, quedar bien con su aliado ruso al justificar la masacre
ucraniana desplegando un discurso ambiguo y oportunista. El asunto adquiere
dimensiones importantes cuando la ONU celebra la reapertura al diálogo
oposición-régimen y el Departamento de Estado celebra igualmente dicha apertura
con la intensión o no de neutralizar el apoyo a Rusia, conseguir la apertura a
sus empresas petroleras en una acción envolvente ignorando las decisiones del Poder
Judicial, de las acusaciones a dirigentes del narcotráfico y haciéndose
nuevamente de la vista gorda ante la represión, los presos políticos y la
reiterada violación de los derechos humanos.
Frente a este entorno geopolítico, todo apunta a
que la llamada oposición y el propio régimen con la resonancia ampliada de una
convocatoria de otros sectores apoyan una solución electoral sujeta al supuesto
resultado del diálogo se va a concretar sin condiciones de realizar las
elecciones presidenciales previstas en la Constitución apoyado en el argumento
que las mismas están a pocos meses de distancia.
La mal llamada oposición, dividida y sin estrategia
electoral alguna se le viene el tiempo encima sin que haya resuelto el tema de
los partidos políticos que no tienen representatividad; sin resolver la
justicia de los cientos de muertos caídos en las protestas públicas, de los
presos políticos y, las restricciones a las libertades públicas. Todo este
contexto dentro de una situación que se desarrolla en un ambiente extraño e
hipócrita.
Frente a toda esta circunstancia queda diferido el
cambio de modelo político y la transición engañosa en un país que ha sido
arrasado en veinte años, que ha sido sustentado en falsos positivos, argumentos
engañosos y la manipulación de la solución de los problemas económicos. Para
colmo, usando la expresión de un país en paz. Todo indica que en la
organización partidista de oposición no existe coherencia y muy difícilmente a
corto plazo pueda superar la imprescindible unidad y coordinación, incluso
ponerse de acuerdo con partidos legítimos, con dirigencia calificada, electa
democráticamente por sus militantes, para poder superar los grandes escollos de
la cacareada unidad utópica
La respuesta a esta fragmentada y colaboracionista
organización tiene que ser enfrentada con algunos elementos básicos, primero
con la creación de un nuevo liderazgo mediante la incorporación de dirigentes
renovados, y a reconstrucción de los partidos políticos. La necesaria
preparación de ese liderazgo legítimo es imprescindible para enfrentar al
candidato oficial en el momento que puedan llevarse a cabo elecciones libres y
transparentes. Sin la debida coordinación de la sociedad civil, ello no será
posible en la medida que el divisionismo interno de los personajes que han
monopolizado a la oposición continúe con sus malas prácticas colaboracionistas
protegiendo sus intereses circunstanciales.
Es evidente que las particularidades egoístas de
los actores citados son un obstáculo para la construcción de un movimiento
social poderoso de alcance regional y nacional que permita la coordinación y
preparación de nuevos esquemas políticos y estratégicos destinados a lograr una
verdadera representatividad que los induzca a potenciar el desarrollo y el
cambio. Igualmente, que enfrente de manera decidida al gobernante que pretende
ser eterno. Este movimiento si no cuenta con un mecanismo democrático de
participación, legitimación e incorporación por la vía de la consulta primaria
y ubicada en un enclave adecuado, con suporte de un movimiento constituyente
todo esfuerzo será inútil.
El diálogo propiciado por actores heterogéneos que
pregonan un adelanto electoral es iluso como fórmula de solución de la crisis,
Sus acciones nunca conducirán a adelantar elecciones nacionales para legitimar
la democracia y mucho menos considerando el interés del régimen de preservar el
poder a como dé lugar e independientemente de las acciones penales
internacionales, las acusaciones de violación de los derechos humanos,
complicidad con el crimen internacional, la corrupción, estímulo a la guerrilla
protectora del narcotráfico y el apoyo a países antidemocráticos ávidos de
mantener su cabeza de playa en Venezuela y explotar sus recursos de manera
indiscriminada incluyendo acciones proxenetas de la conocida isla caribeña.
Bajo el supuesto de lograr la construcción de un
poderoso músculo político de verdadera oposición, la elección de un liderazgo
válido que descuelle en un candidato unitario se necesita un trabajo minucioso,
no solo de activismo, denuncia y planeación, sino también resolver multitud de
obstáculos en tiempo récord de al menos un año. Entre ellos, los intereses del
régimen de preservar el poder por todos los medios, su oposición a cualquier
asunto que conlleve a la alternancia política, los compromisos con la izquierda
tradicional y de los países antidemocráticos inscritos en la agenda
globalizadora, de objetivos oscuros, opuestos a la economía occidental
favorecedoras del control social centralizador y de exterminio.
Estos factores integrantes de la médula de
obstáculos para el ejercicio democrático son prioritarios, y no deja de ser muy
importante, reiterativo y clave para la instrumentación el sustento del sistema
electoral corrompido, que le ha permitido al régimen el control electoral, los
esquinces de una falsa representación en sus organismos directivos, y la puesta
en práctica de los métodos electorales cuyos resultados fraudulentos les ha
permitido alardear de una mayoría falsamente construida y, además la he
hecho exportable al continente para contribuir a desarrollar el modelo de
la “gran patria grande” y de penetración a otros gobiernos incluyendo el
norteamericano.
No nos cansaremos de pregonar la necesidad de
resolver el tema del sistema electoral, inválido y producto de un registro
electoral corrompido que necesita ser reconstruido a corto plazo lo cual es una
condición para que el proceso adquiera validez. Si el registro electoral no se
recompone no habrá posibilidad alguna de aceptar las elecciones las cuales
estarán bajo condiciones fraudulentas, y con circuitos electorales bajo total
control del régimen.
Adicionalmente, el tema de la identidad del
venezolano debe ser resuelto, no solo por la incorporación de una población que
ha sido reconocida fraudulentamente como de nacionalidad venezolana, sino
integrada por identidades virtuales cuyo monto millonario ha dado origen a
tanta trácala electoral. Algunos elementos claves son imprescindibles,
determinar quiénes son venezolanos con derecho al voto, ubicaciones claras en
su registro, y el establecimiento de un mecanismo electoral a millones de
votantes que viven en el exterior.
No se puede dejar de lado la limpieza del registro
y su control organizacional, sacando las manos de militares y sus
procedimientos en un evento civil democrático. En otra prioridad el sistema
electoral digitalizado tiene demasiadas fuentes de corrupción para tomarse como
sistema valido. Los procesos manuales tienen vigencia y confiabilidad frente a
los susceptibles mecanismos electrónicos, de fácil manipulación como se ha
demostrado desde hace mucho tiempo.
Todo el sistema de cambio en el país ha sido
condicionado a diálogos inútiles en apariencia democráticos, pero todo debe
estar sujeto a la reformulación organizacional de la oposición montada sobre un
nuevo liderazgo y de partidos políticos deslastrados de una dirigencia
desprestigiada los cuales deben ser sustituidos por dirigentes electos en
primarias. con nuevas fórmulas organizativas, incluso la aparición de nuevos
partidos. Si ello no se hace, se la esta haciendo el juego al régimen, a sus
aliados extranjeros, a la corrupción, al crimen organizado y finalmente, a un
modelo político global que conducirá al país al continuismo de un régimen que
no solo arruino al país y a su gente y que continuará gobernando sobre las
cenizas, de la humillación, y de un nuevo hombre oportunista, inculto y sujeto
a la depravación del sistema democrático.
Es urgente un cambio radical e integral, o nuestras
contradicciones se agudizarán y el país como tal se diluirá hacia una
estructura artificial, sin ciudadanía propia, en lamentable condición humana
que hará muy difícil la paz y las condiciones fundamentales para la refundación
del país.