jueves, 30 de marzo de 2017

INMIGRACIÓN Y CAMBIO DEMOGRÁFICO EN VENEZUELA

Genaro Mosquera Castellanos


Me llamo mucho la atención un artículo denominado La Guerra en Curso del escritor, Arturo Perez-Reverte, el cual me estímulo a continuar trabajando en los orígenes de la estructura social y demográfica venezolana. Como producto de la invasión masiva e incontrolada de inmigrantes durante las décadas de los 60-70, el país experimentó un cambio estructural en su demografía, lo cual influyó en algunos fenómenos sociales y económicos. En efecto, dichos fenómenos fueron inducidos por la prevalencia de esa inmigración descontrolada cuyos perfiles se caracterizaron por la incultura y la falta de arraigo en la ciudadanía criolla, lo cual  posteriormente potenció la marginalidad creciente en el país y fue, paulatinamente, constituyendo entre otras variables sociales, un grupo etario determinante  para el cambio del sistema de gobierno ocurrido durante la primera  década de los dos mil, cambio que se apoyó en estos grupos y que fueron susceptibles de manipulación política por parte de dirigentes políticos socialistas,  cuyo propósito fue  controlar políticamente  el país hasta marcar la conducta social de todo un pueblo y que paradójicamente, hoy en día ha emigrado y continua haciéndolo en cantidades importantes, huyendo de un gobierno hostil.

Procedamos por partes: antes de ampliar y dar fundamento a los comentarios anteriores, observemos los planteamientos de Perez-Reverte: “…Pero que estamos en guerra, no cabe la menor duda, y no es la guerra al estilo de Waterloo o Normandía o Stalingrado, es una guerra de miles de hechos acumulados, esporádicos, de guerrillas, sin declaraciones ni banderas ni cargas de caballería, y a eso se enfrenta Europa y sus posibilidades, honestamente, no son las mejores, basta saber un poco de historia. Desde el punto de vista histórico (la Historia siempre se repite) la situación es llamativamente similar a la de Los godos del Emperador Valente. En el año 376 después de Cristo, en la frontera del Danubio se presentó una masa enorme de hombres, mujeres y niños. Eran refugiados que buscaban asilo, presionados por el avance de las hordas de Atila. Por diversas razones – entre otras, que Roma ya no era lo que había sido – se les permitió penetrar en territorio del imperio, pese a que, a diferencia de oleadas de pueblos inmigrantes anteriores, éstos no habían sido exterminados, esclavizados o sometidos, como se acostumbraba entonces. En los meses siguientes, aquellos refugiados comprobaron que el imperio romano no era el paraíso, que sus gobernantes eran débiles y corruptos, que no había riqueza y comida para todos, y que la injusticia y la codicia se cebaban en ellos. Así que dos años después de cruzar el Danubio, en Adrianópolis, esos mismos godos mataron al emperador Valente y destrozaron su ejército. Y noventa y ocho años después, sus nietos destronaron a Rómulo Augústulo, último emperador, y liquidaron lo que quedaba del imperio romano. Y es que todo ha ocurrido ya. Otra cosa es que lo hayamos olvidado o que gobernantes irresponsables nos borren los recuerdos para comprender. Desde que hay memoria, unos pueblos invadieron a otros por hambre, por ambición, por presión de quienes los invadían o maltrataban a ellos. Y todos, hasta hace poco, se defendieron y sostuvieron igual: acuchillando invasores, tomando a sus mujeres, esclavizando a sus hijos. Así se mantuvieron hasta que la Historia acabó con ellos, dando paso a otros imperios que, a su vez, llegado el ocaso, sufrieron la misma suerte.” …; “…Vivimos la absurda paradoja de compadecer a los bárbaros, incluso de aplaudirlos, y al mismo tiempo pretender que siga intacta nuestra cómoda forma de vida. Pero las cosas no son tan simples. Los ‘godos’ seguirán llegando en oleadas, anegando fronteras, caminos y ciudades. Están en su derecho, y tienen justo lo que Europa no tiene: juventud, vigor, decisión y hambre. Cuando esto ocurre hay pocas alternativas, también históricas: si son pocos, los recién llegados se integran en la cultura local y la enriquecen; si son muchos, la transforman o la destruyen. No en un día, por supuesto. Los imperios tardan siglos en desmoronarse”.

Volviendo al caso venezolano, durante el periodo 65-75 tuve la oportunidad de ser responsable de realizar importantes investigaciones socio económicas para el organismo de obras públicas que construía grandes embalses y obras de saneamiento de tierra. Para tal fin, dirigía los equipos de campo que estudiaban la factibilidad para las construcciones en referencia y ello obligaba a realizar previamente un reconocimiento espacial, y el desarrollo de estudios en el terreno que hacíamos con la ayuda de estudiantes de sociología, antropología y agronomía de la Universidad Central de Venezuela, todo ello en pleno ejercicio de la docencia y de sus líneas de investigación. Hacemos esta reseña porque, por aquel tiempo, era prioritaria la reconstrucción del país frente al hecho de que veníamos saliendo de una feroz dictadura y la vida democrática hacia irrupción esplendorosa y libertaria, y sus gestores, actuando en pleno ejercicio democrático, desplegaron iniciativas significativas, una de las cuales era la construcción de obras públicas, en este caso, asociadas al desarrollo agrícola del país. Pues bien, los estudios en referencia eran llevados a cabo en cientos de lugares rurales, generalmente inhóspitos y lejanos de centros poblados, lo cual significaba una aventura expedicionaria que obligaba a construir campamentos, abrir caminos o trochas en plena sabana o en áreas selváticas, a fin de examinar con detalle las implicaciones ambientales de tales obras o decidir su ejecución, control, y desarrollo productivo. Los estudios eran singulares y diferentes a lo largo y ancho del país, en lugares hoy muy conocidos como por ejemplo¨: Uribante-Caparo, la zona sur del Lago de Maracaibo, Tulè, el Limón en Zulia, Maticora en Falcón, Yacambù en Lara, San Carlos de Cojedes, Camatagua en Aragua, Clavellinos, Campoma o el Turimiquire en Sucre, Calabozo en Guárico, los Módulos de Apure y muchos más.

En cada lugar, por lo general, se requería un campamento dotado de la logística que ello implicaba y, como consecuencia de esta actividad, el denominador común era la aparición de un cinturón de viviendas o campamentos improvisados integrado por inmigrantes indocumentados que procedían de distintos países de Suramérica, los cuales, sin exagerar, pasaban de centenares y que, cual invasores, rodeaban estratégicamente el campamento e inmediatamente desplegaban actividades que  conducían a la búsqueda de oportunidades en los oficios más comunes, es decir, cocineros, peones, macheteros, choferes, obreros para la construcción, entretenimiento, etc.

Toda esta “invasión” fue estudiada y conceptualizada, en efecto, sus rasgos de una manera general eran los siguientes; emigrantes hombres, mujeres y niños, procedentes de Colombia, Ecuador, Brasil, Perú, y Chile; analfabetas casi en su mayoría, incultos sin ser redundante, sin recursos y baja calidad de vida, sin arraigo ni escrúpulos, aprovechadores, jugadores y pendencieros, dispuestos a todo. Se agrupaban en colonias por países, y entre otras características, se reproducían con tasas de crecimiento significativas. Esos núcleos de inmigrantes, bien diferenciados de los emigrantes europeos se contabilizaron en casi todos los Estados del país, y se estimaron en unas cuatro mil colonias con las características anotadas. Este fenómeno fue sujeto de estudios académicos, especialmente por parte del personal técnico que trabajaba en dichos estudios y combinaba sus actividades con la academia enriquecidas por profesores de las universidades y estudiantes avanzados. Ello permitió analizar el fenómeno poblacional y su respectiva prospección. El resultado general de los mismos tipificaba a este tipo de inmigración con características muy definidas que caracterizan o definen el perfil de la marginalidad, y se estimaron para los años ochenta en cerca de veinte mil grupos familiares integrados por unas siete personas en promedio, en otras palabras, más de cien mil almas desparramadas por el país cuyo destino final eran las ciudades, especialmente del centro del país.

Estos grupos rápidamente adquirieron ciudadanía y su numerosa descendencia eran venezolanos por nacimiento, Las proyecciones poblacionales para la década de los años 2000 permitió estimar un crecimiento demográfico interanual de más del doce por ciento cuya población se calculó en más de dos millones de personas. Esta masa poblacional fue adquiriendo importancia numérica e integrándose al país con la desgracia de haber preservado sus niveles de vida marginales cuyas características no fueron significativamente cambiadas.

La consecuencia de la ausencia de una política oficial sobre el manejo y control  de estos contingentes fue entre otros factores, que engordaron a los cinturones de miseria alrededor de las ciudades, hecho este, que fue advertido de sus efectos a mediano y largo plazo y que uno de los más importantes sería que esa ausencia de política provocaría en la actualidad un componente político electoral muy importante y que probablemente  alcanzarían mayoría nacional al serle otorgada la ciudanía, y por tanto, tendríamos a personas con doble nacionalidad por lo general que  irían arrastrando al país a sus familiares los cuales potenciarían su crecimiento y que, como fuerza social finalmente inclinarían la balanza electoral hacia sus propios intereses y serian parte de un gobierno o sus beneficiarios, hecho este que se verificó,  cuando los algunos grupos extremistas mejor preparados relativamente, que vivieron siempre de los gobiernos, especialmente en el seno de las universidades y de los cuarteles aprovecharían esta formidable fuerza social para derrumbar la democracia venezolana donde la pobreza y la  inseguridad es el indicador más importante el cual  revela que en los últimos años los asesinatos anuales no bajan de las veinticinco mil almas.

Es coyuntural pero si muy importante como ponderación, citar esta evolución poblacional dentro del marco electoral, en efecto, en el año 2006 escribíamos: “….el  sistema  electoral  venezolano  tiene  una  serie  de  debilidades que pusieron de manifiesto la desconfianza en los procedimientos electorales desde el mismo momento que  se  llevó  a  cabo  el  Referéndum  para  intentar revocar  al  presidente  de  la  República y se cuestionaron los resultados ante la presunción de que  el Registro  Electoral  del  año  2006 tenía anormalidades importantes especialmente el hecho que hubo casi  tres  millones  de nuevos registros y  un crecimiento irregular del 24,4% cuando cronológicamente crece este indicador a tasas muy pequeñas, y que, incluso, son análogas al crecimiento de la población”. Una primera evidencia de las irregularidades fue detectada debido al crecimiento desmedido producto de la naturalización y otorgamiento de nacionalidad venezolana a personas de diversas procedencias usando la denominada “misión identidad” controlado este proceso por intervencionistas cubanos, a través del cual ingresaron cientos de miles de indocumentados a la base de datos de identidad y consecuencialmente a los registros electorales. Sin discriminación, se cedularon cientos de miles de supuestos venezolanos, a los cuales se les ha dotó de cédula de identidad, e incluso pasaporte y se les ubicó en diferentes centros de votación,preferentemente en los estados fronterizos donde la cantidad de electores rebasó de manera significativa la población estimada.

Con la incorporación masiva de electores cambió completamente la estructura poblacional, dándose el caso que había más población adulta que menores de edad y se concluyó que las estimaciones de población y el registro electoral emitidos oficialmente no eran datos confiables. Este significativo incremento era diez veces más grande que el incremento registrado oficialmente en el periodo 2000-2003 el cual fue del 1,9%. Nuestra población ha venido evolucionando a razón de una tasa de crecimiento promedio de 3,03 % anual y ponen de relieve que la población venezolana ha venido creciendo cada vez menos a lo largo de los años, y que las tasas de crecimiento futuras, no podrán aumentar, a menos que se introdujeran en el país nuevos habitantes con características diferentes a las que siempre ha tenido nuestra población.

De acuerdo con el CNE, en diciembre de 2007, en el país había 16.266.876 personas inscritas en el REP; los resultados de un estudio concluyeron que el número de personas con edad de votar, representaba un 63,3% de la población venezolana. Esto significa que el REP contenía el 96,33% de la población lo cual es muy difícil de creer, ya que las mejores experiencias en casi cualquier ámbito de países democráticos dicho porcentaje difícilmente llega a un 70% de la población estimada, por tanto, el número de inscritos no debería ser mayor a 11.820.100; y que en consecuencia el exceso de inscritos no explicados alcanzarían a 5.067.634 personas.

Es muy claro, que al favorecer la naturalización a la inmigración indocumentada y la estrategia del régimen de incorporar a aliados extranjeros como venezolanos, tales como: chinos, cubanos, sirios y grupos con intereses ideológicos internacionales bien conocidos, se oficializó la condición de venezolanos con doble nacionalidad adquiriendo el derecho a votar en elecciones nacionales y regionales que registrada oficialmente producirían el efecto de su incorporación a la vida política, incluso el derecho a gobernarnos contra los designios constitucionales,  y que apoyarían en gran mayoría a las fuerzas socialistas para ejecutar sus eternos planes de operación castro-comunista.

Este proceso social se parecerán a los hechos históricos o no, pero estamos viendo en este nuevo siglo que  la movilidad migratoria empuja las fronteras desdibujando la nacionalidad autóctona e introduce indirectamente nuevos esquemas de gobierno como es natural, pero que por lo demás, altera la composición demográfica e introduce un componente poblacional cuyas características culturales fundamentales no han variado en el tiempo,  con la desgracia que en muy buena medida esas personas preservan la  ausencia de valores, ética y desarraigo nacional. Finalmente, fueron inducidas por la vía del facilismo, y la demagogia transformándolos oportunísimamente en seguidores de un gobierno cuyos esquemas ideológicos les importa poco, menos la soberanía nacional, pero que se ven favorecidos por el beneficio fácil, de intereses de otro orden y de aprovechamiento personal apoyados en un modelo ideológico antidemocrático.

Venezuela es un ex país sujeto a los intereses internacionales de la ideología comunista, basado en la demagogia y en modelo obsoleto basado en la lucha de clases  y en el control de  grupos marginales orientados de manera egoísta y sin escrúpulos,  destinados a proteger sus propios intereses favoreciendo los, desmanes y la corrupción los cuales producen efectos sociales muy conocidos y sentidos por nosotros en la actualidad y que, como parte de sus consecuencias aparece la inseguridad y la resultante de acciones de todo orden que en parte nos ha convertido en migrantes de nuevo cuño, especialmente a los  jóvenes que se transforman en invasores, generalmente calificados, en otras geografías y cuya estimación supera las dos millones de personas, dejando a su vez como consecuencia,  el espacio a esta nueva sociedad (hombre nuevo?),cuya estructura cultural y económica debe ser cambiada para la convivencia democrática dentro de un país cuyo modelo de gobernanza no puede ser el que tenemos en la actualidad y que necesariamente requiere de un cambio en su conducción y especialmente de las estrategias sociales, culturales y electorales, este último mediante un nuevo registro de identidad que refleje realmente la composición poblacional de verdaderos venezolanos y permita tener elecciones claras  que reflejen el espíritu democrático de los venezolanos..

Marzo, 2017.


martes, 31 de enero de 2017

CAMBIO DEL MODELO DE GOBIERNO EN VENEZUELA

Genaro Mosquera Castellanos

Frente a las circunstancias socio políticas en nuestro país, sustentado en un modelo de gobierno anti democrático, autocrático y militarista, con definiciones muy claras y rasgos evidentes de similitud con el castro comunismo.  contrapuesto a la democracia representativa, toca como venezolanos enfrentar hoy la contraposición irreductible de esos dos polos doctrinarios: En efecto, la confrontación doctrinal, que es real en tanto que la contraposición de visiones de la realidad, puede adoptar múltiples formas y configuraciones socio-políticas cuya dinámica es dependiente de cada circunstancia. Pero solo en el campo de la definición conceptual de cada una de esas configuraciones posibles como fundamento de la estrategia es que la misma se define como una confrontación de dos actores políticos nítidamente contrapuestos.

Nuestro problema consiste en discutir el proceso de aprehensión teórico-conceptual de la configuración histórico-política de la confrontación Comunismo vs Democracia como escenario político en desarrollo. Esto significa que no veremos el despliegue del escenario político en cuestión como un “proceso” ya que la idea de proceso apunta a una linealidad, En contraposición, el concepto de dinámica hace referencia a una totalidad de elementos determinantes que, permita comprender la situación o estado de cosas de manera tal que se interprete la complejidad de manera integral como concepto en la comprensión de un modelo autoritario, sin desagregar elementos de su acción que son abordados uno a uno por una oposición donde siempre seremos derrotados como consecuencia de una estrategia comunicacional sustentada en la mentira y la manipulación característica del régimen del gobierno actual.

Lo complejo no consiste solamente en la síntesis de una diversidad de determinaciones políticas, económicas, sociales, e ideológicas, sino en el hecho de una relación en la que prevalecen uno u otro elemento sobre los otros En efecto,  en el enfoque del “proceso” social venezolano y de la crisis formidable de estos años, el diseño de la estrategia para enfrentar dicha crisis, privilegió el punto de vista político como determinante en relación con cualquier otro que pudiese caracterizarse en el marco de la transformación “revolucionaria” emprendida bajo la prospectiva oficial. De allí, se origina el estado actual de la situación venezolana, donde la oposición hace gala de un enfrentamiento pacifico, constitucional  y electoral repostando levemente cada acción gubernamental desde la misma perspectiva de lo político  desde la cual el régimen proyecta su visión transformándose así la oposición formal en un actor de complementación del escenario político y dando lugar a interpretaciones contradictorias de su propio accionar que la sociedad asocia al colaboracionismo o simplemente a complicidad.

 Es conveniente abordar el tema de la situación de la oposición política venezolana actual desde una perspectiva compleja teniendo presente las implicaciones para la definición de las estrategias que esa perspectiva acarrea, es decir, el que visualizan dos actuantes en pugna (MUD y Gobierno) y estudia sus comportamientos políticos, su ambigüedad y la actitud del primero al colocarse de espaldas a la población o las estrategias de engaño del segundo. Se hace necesario, por lo tanto, avanzar hacia una visión de conjunto, que abandone la visión dual y que mire la situación como un escenario único donde toda estrategia política opositora tendría que definirse de cara a la situación de conjunto y no ante uno u otro actor separadamente. Eso determina las condiciones del discurso político que se busca articular ya que se trataría, primero, de argumentar el rechazo y la denuncia del escenario de complementariedad de los dos actores y, segundo, de diseñar una estrategia capaz de definir con claridad un nuevo escenario que permita otra comprensión del origen de la crisis de la Nación. Esto es: la construcción de un nuevo escenario de la situación política venezolana actual, haciendo abstracción de los diagnósticos y de la posición que postula el enfrentamiento de dos fuerzas políticas que a la luz de opinión pública parecen divergentes, pero que, como hemos visto, son complementarias. En consecuencia, insistir en este enfoque representa una pérdida de tiempo, pues de lo que se trata es de adoptar un enfoque renovado que conduzca a la construcción de un nuevo escenario de la situación política venezolana actual

Uno de los elementos fundamentales a considerar es la construcción de una base organizacional cuyo elemento central repose en una Fuerza Social Colectiva obligada a proponer al país a una salida urgente con ideas claras y programas derivadas del más puro ejercicio democrático y de lucha contra una tiranía que cada día se torna más salvaje en la preservación del poder con sus lamentables efectos de entrega de soberanía, corrupción generalizada, incluyendo el perverso narcotráfico y sus consecuencias. Por tanto, se requiere un liderazgo que estimule un movimiento renovado de movimientos parciales o frentes de toda procedencia que logre la unidad superior sin limitaciones o discriminaciones que permita aglutinar capacidad y acciones programáticas para restaurar el estado de derecho sin intereses personales o partidistas dentro del valor insustituible de la democracia y de la dignidad, administrando pautas de acción colectivas que conduzcan a un gobierno de cambio de dirección plural dentro de mecanismo de transición para reconstruir la democracia venezolana.

sábado, 14 de enero de 2017

EL NECESARIO CAMBIO DEL MODELO DE GOBIERNO EN VENEZUELA - REFLEXIONES POLÍTICAS DENTRO DEL ORDEN DEMOCRÁTICO


Dr. Genaro Mosquera Castellanos

 

I.- DESLINDE DOCTRINARIO: DEMOCRACIA vs COMUNISMO

Adán Smith, en la “ Riqueza de las Naciones”, sostuvo que una mano invisible destilaría el bienestar económico para toda la sociedad a partir de las acciones económicas egoístas de los individuos, y para complementar su planteamiento sobre la naturaleza de la dinámica de las sociedades, afirmó que en una República las diversas facciones políticas buscaban necesariamente su propio interés pero que, sin embargo, alcanzarían la armonía domestica basándose en la separación de poderes que mutuamente se establezcan frenos y equilibrios, de tal manera que esa separación permitiría evitar el despotismo, lograría instalar un gobierno armonioso capaz de poner freno a los excesos de poder y sirva al bien común frente al dilema que citaba Bernard Show, “ Hay dos tragedias en la vida, una consiste en no lograr lo que más se desea y la otra es lograrlo”.

En medio de ese desiderátum se mueven las concepciones democráticas de la sociedad –destaca el sentido plural de las mismas- frente a la ideología comunista, caracterizada por el autoritarismo y el abuso en el ejercicio del poder. Estos rasgos definitorios de la doctrina comunista pretendidamente estarían en condiciones de normar e imponer la paz allí donde la misma depende en realidad de la vigencia de normas éticas, de los valores humanos, de la vigencia plena del estado de derecho y de la autoridad legítima debidamente representada por los líderes que el pueblo elije libremente a través del ejercicio del sufragio.

Frente a esta primera reflexión, es pertinente traer a colación un documento proveniente de las entrañas del Kremlin, elaborado por un diplomático norteamericano: Gorge Kennan, denominado El Telegrama Kennan, donde el autor definió el marco conceptual de la filosofía política de la Unión Soviética en plena época de Stalin, y el cual, por cierto, mantiene hoy absoluta vigencia. Ese marco conceptual partía de la base de que la idolología comunista es irrevocablemente hostil a los países capitalistas, y que, en realidad,  ese dogma doctrinario de falso altruismo con propósitos sociales, se basa en el sometimiento de los pueblos y  encuentra su justificación en la práctica de gobernar en dictadura, sustentada ésta en los sacrificios que exigen de la población, en la eliminación todo valor ético en su métodos, en tácticas crueles y despilfarradoras sustentadas en el poderío militar, en el terror, en la opresión, en el control de las libertades personales y en la existencia de un partido único, dejando a la sociedad fragmentada, siempre perseguida y destruida, afianzando así el control de una masa políticamente incapacitada e inculta, anclada en una pretendida nivelación de las clases sociales apalancada en  el chantaje y las prebendas.

 Toda esta visión contrasta dramática e irreconciliablemente con la visión democrática de la sociedad, sustentada en la voluntad de la mayoría, caracterizada por la creación de instituciones libres, de gobiernos representativos, por la celebración de elecciones libres, por el otorgamiento de garantías plenas a las libertades individuales, a las libertades políticas y de expresión, de religión y de pensamiento en general, y por la erradicación de toda forma de opresión política.

 El objetivo práctico que se proponen estas dos concepciones extremas del mundo y de la vida, consiste, en el primer caso, en extender socialmente su esfera de influencia totalitaria, mientras que, en el segundo caso, se trata de democratizar nuestra esfera de influencia, metas y propósitos, ambos, por lo demás irreconciliables, ni siguiera mediante el dialogo, que pasaría a transmutarse en una actuación engañosa e hipócrita.

Esta confrontación encuentra un campo fértil de lucha dicotómica: pacífica o militar. En el primer caso, los comunistas propondrán un dialogo inútil y de búsqueda de tiempo para favorecer el despliegue de sus tácticas usando el lenguaje utilitario de la paz. Y es en ese ambiente que cobra sentido un dicho muy conocido: “que los políticos, cuando desean ganar tiempo, hablan por hablar”. Frente a ello, la experiencia democrática ha trazado su propia ruta: crear situaciones de fuerza en las calles, y poner de manifiesto las áreas débiles que pudieran conducir a eventuales acuerdos políticos, aunque su probabilidad sea en realidad muy baja dada la circunstancia de que la verdadera motivación de la contraparte comunista es defender y mantener el poder y sus privilegios a toda costa. Sin embargo, no hay que dejar de lado las experiencias socio históricas, de que la contención y el cambio de un  gobierno de fuerza surge también de sus propias entrañas, cuando su liderazgo entra en contradicciones internas e inevitablemente aparecen las purgas de sus propios camaradas y, consecuencialmente, el desplome aparece de manera incipiente hasta profundizarse, como ocurrió en la URSS a la muerte de Stalin, donde la generación política de relevo basó su poder en el servilismo, la eliminación de competencias, la confidencia malsana y la lucha por la sucesión. En conclusión, la contraposición doctrinaria de Comunismo vs Democracia revela actitudes incompatibles ante la vida y la sociedad y la única solución a ese conflicto es el desplome de uno de ellos.

 Ese es el escenario verdadero que nos toca, como venezolanos responsables, enfrentar hoy. Ahora bien, la contraposición irreductible de esos dos polos doctrinarios no necesariamente se configura como polaridad simple cuando cristaliza en el marco histórico-social. Más aún, podemos decir que nunca cobra realidad en esos términos. Es en este punto que nace el tema de la definición y desarrollo de la estrategia política, es decir, en la comprensión que no confunde la aprehensión teórica y conceptual de la situación (la escena) con su pretendida “realidad”. En efecto, la confrontación doctrinal, que es real en tanto contraposición de visiones prospectivas (proyectos) de la realidad, puede adoptar múltiples formas y configuraciones socio-políticas cuya dinámica es dependiente de cada circunstancia. Pero solo en el campo de la aprehensión-definición conceptual de cada una de esas configuraciones posibles como fundamento de la estrategia es que la misma se define como una confrontación de dos actores políticos nítidamente contrapuestos. Es esto lo que debemos pasar a considerar.

II.- FUNDAMENTOS CONCEPTUALES.

Reflexionemos sobre este aspecto, para lo cual es preciso introducir algunas consideraciones epistemológicas. Nuestro problema consiste en discutir el proceso de aprehensión teórico-conceptual de una determinada configuración histórico-política de la confrontación Comunismo vs Democracia como escenario político en desarrollo. Para ello nos colocaremos en la perspectiva conceptual de la complejidad. Esto significa que no veremos el despliegue del escenario político en cuestión como un “proceso” ya que la idea de proceso apunta a una linealidad, a una mecánica del desarrollo de la situación que, por tanto, remite al tópico de la determinación de los antecedentes y consecuentes (causas y efectos) que está totalmente sumergido en el modelo del pensamiento moderno (Capra, “La máquina del mundo”). En contraposición, el concepto de dinámica hace referencia a una totalidad de elementos determinantes que, sin embargo, van a tener un peso variable en la caracterización o en el modo de enfocar y comprender la situación o estado de cosas en la que se encuentran involucrados: donde en algunos momentos o enfoques va a prevalecer el elemento político, en otros el económico, en otros, inclusive, va a prevalecer el momento teórico o ideológico.

En este sentido, introducimos el concepto de dinámica, el cual no pretende explicar sino “dar cuenta”, interpretar con base en la idea de complejidad un estado de cosas en despliegue o desarrollo configurado por una diversidad de enfoques que confluyen dinámicamente, no estáticamente, en la conceptualización/comprensión de la situación. Lo que ocurre en el interior de esa síntesis de determinaciones conceptuales es la diversidad de roles y predominios de las mismas, según los momentos, las tendencias y las tensiones que son propias del concepto al definir su “interés” (Habermas, Conocimiento e interés) hacia el mundo. Ese es el concepto de Dinámica, esto es: el fundamento epistemológico del procedimiento de aprehensión del “objeto” en su complejidad.

Con lo cual buscamos distanciarnos también de los enfoques “multidisciplinario” o “interdisciplinario”. Esos enfoques postulan un supuesto metodológico que consiste en convocar un agregado de disciplinas con vistas a realizar un abordaje analítico del objeto (escenario) con el fin de reconstruirlo posteriormente en una síntesis que aspira a reproducir su “complejidad fenoménica”.

Lo complejo no consiste solamente en la síntesis de una diversidad de determinaciones (políticas, económicas, sociales, ideológicas) en el concepto de la cosa, sino en el hecho de que todas esas determinaciones, en tanto determinaciones del concepto, se encuentran en una relación jerárquicamente transformadora (enfoques o perspectivas de comprensión), configurando una relación dinámica. Una relación en la que prevalecen uno u otro elemento sobre los otros según se transforma la orientación del concepto hacia el mundo. En efecto, en el enfoque del “proceso” social venezolano y de la crisis formidable de estos años, el diseño de la estrategia para enfrentar dicha crisis, privilegió el punto de vista político como determinante en relación con cualquier otro que pudiese caracterizar –pensar, aprehender- el proceso de la sociedad venezolana en su conjunto en el marco de la transformación emprendida bajo la prospectiva comunista. Se trató, pues, de privilegiar una determinación particular para subsumir bajo ella lo que en realidad configura una dinámica compleja abierta por la implementación, como política de Estado, de un proyecto comunista de reorientación o reconducción de la vida de la nación. De allí se origina el estado actual de la situación política venezolana, donde la oposición hace gala de un enfrentamiento pacífico y electoral ripostando levemente cada acción gubernamental desde la misma perspectiva de lo político  desde la cual el régimen proyecta su visión prospectiva, transformándose así en un actor de complementación del escenario político y dando lugar a interpretaciones contradictorias de su propio accionar que la sociedad asocia al colaboracionismo o simplemente a complicidad.

Es conveniente abordar el tema de la situación de la oposición política venezolana actual desde una perspectiva compleja y teniendo presente las implicaciones para la definición de las estrategias que esa perspectiva acarrea. Esto implica necesariamente incorporar el tema de la dinámica de la situación política venezolana, y, por lo tanto, se hace conveniente abandonar el enfoque analítico dicotómico, es decir, el que visualiza dos actuantes en pugna (MUD y Gobierno) y estudia sus comportamientos políticos y establece la ambigüedad de sus políticas y la actitud del primero al colocarse de espaldas a la población o las estrategias de engaño del segundo. Se hace necesario, por lo tanto, avanzar hacia una visión de conjunto, que abandone la visión dual y que mire la situación como un escenario único en el cual el foco predominante es el de la complementariedad de los actores políticos. Y toda estrategia política opositora tendría que definirse de cara a la situación de conjunto y no ante uno u otro actor separadamente. Eso determina las condiciones del discurso político que se busca articular ya que se trataría, primero, de argumentar el rechazo y la denuncia del escenario de complementariedad de los dos actores y, segundo, de diseñar una nueva estrategia capaz de definir con claridad un nuevo escenario que permita otra comprensión del origen de la crisis de la Nación.

¿En qué consiste esa dinámica? Cada jerarquía de las determinaciones conceptuales remite a una aprehensión diferenciada de la situación en estudio (enfoque social, económico, político, ideológico) y, por tanto, epistémicamente diferenciado. En este caso, la síntesis o complejidad de la situación es el punto de partida para la reflexión y será también el punto de llegada cualitativamente diferenciado, lo que significa una nueva comprensión del estado de cosas considerado, esto es: la construcción de un nuevo escenario de la situación política venezolana actual considerado desde la perspectiva de la dinámica de sus componentes conceptuales, haciendo abstracción de los diagnósticos y de la posición que postula el enfrentamiento de dos fuerzas políticas que a la luz de opinión pública parecen divergentes, pero que, como hemos visto, son complementarias. En consecuencia, insistir en este enfoque representa una pérdida de tiempo, pues de lo que se trata es de adoptar un enfoque renovado que conduzca a la “construcción de un nuevo escenario de la situación política venezolana actual considerado desde la perspectiva de la dinámica de sus componentes conceptuales, no de las interrelaciones, problemáticas o no, de los actuantes principales”

III.- ELEMENTOS PROGRAMÁTICOS.

Sobre esta base, el primer elemento a considerar es la construcción de una base organizacional considerando la resultante de la dinámica social y económica cuyas resoluciones pasan por un cambio de gobierno. Ello está atado indefectiblemente y debe ser soportado por nuevos actores. Por tanto, sobre la base de los requerimientos de cambio social como resultante del cambio de modelo ideológico es la clave compleja pero efectiva de marcar el camino con un liderazgo renovado cuyas sugerencias debidamente documentadas puedan servir de soporte a las herramientas de cambio. Dentro de este enfoque hemos preparado la motivación conceptual para que esos actores puedan crear un círculo concéntrico en expansión nacional y regional que mueva las fuerzas vivas y logre la sinergia con elementos pragmáticos de cambio. Esta complejidad es difícil pero no imposible. Si este hecho no se trabaja adecuadamente, la realidad política inducida por el gobierno con sus mecanismos de poder nos mantendrá entonces sometidos y humillados y en consecuencia el tema seguirá deteriorándose hasta un punto de explosión social en pocos meses y algún día la entente desaparecerá con los costos sociales que ello implica.

IV.- CONVOCATORIA NACIONAL PARA EL CAMBIO DEL SISTEMA POLÍTICO ACTUAL EN VENEZUELA

El entorno socio-político nacional determina que la población en general mayoritariamente no soporta la situación de un modelo que ha tenido efectos perversos y determinantes en la vida cotidiana. El deterioro de sus instituciones, las violaciones  constitucionales, el ejercicio dictatorial del gobierno y los efectos muy bien conocidos- Innumerables organizaciones democráticas agrupadas bajo diferentes formas organizacionales y preclaros venezolanos, capacitados políticamente, intelectuales de gran valía, experimentados, dignos y de impecable trayectoria social, tienen perfectamente claro las implicaciones de los objetivos y resultantes de las politices del régimen  y han venido señalando los caminos a transitar hacia la búsqueda de un gobierno de transición y han puesto a disposición, ampliamente documentados, los instrumentos necesarios para la reconstrucción del país sustentados en impecables trabajos y programas que cubren casi desde cualquier perspectiva soluciones a las  dinámicas económicas y sociales.

El desastre que vivimos y la profundización de la crisis nos advierten del peligro que como pueblo y como país tenemos por la extraordinaria mala conducción de grupos conectados con los más perversos intereses personales y mafiosos, que usan el poder sin ningún tipo de restricción y han hecho del mismo un instrumento de sometimiento.  De tal manera, que nos sentimos obligados a hacer todo lo necesario para constituir una Fuerza Social Colectiva, con vocación de poder social, apoyado en el conocimiento, en la Constitución y en el derecho que ella otorga de proponer al país una salida urgente, con ideas claras y programas derivados del más puro ejercicio democrático y de lucha contra la tiranía que se torna en salvaje para la preservación del poder y de sus efectos en la corrupción y entrega incluso de la soberanía.

Es indispensable un liderazgo colectivo que permita reconstruir al país, a través de un Movimiento de Movimientos,  que logre la articulación de una verdadera unión superior sin limitaciones ni discriminaciones,  propugnando esta iniciativa desde todos  los frentes, es decir, partidos políticos, academias, gremios de cualquier sector, organizaciones no gubernamentales,  frentes políticos variados que hacen el ejercicio diario de examinar y desarrollar acciones de denuncia y operacionales en beneficio de los pobres, de los estudiantes, de los presos políticos, etc.

Es la hora de aglutinar tantas agrupaciones y capacidades en un Frente Común Colectivo. Un movimiento que pueda llamarse como se desee, pero que comprometa a una misión de actores que sean una referencia para el venezolano, para los líderes democráticos de la fuerza armada, para los gobiernos de los países amigos y las instituciones democráticas.

El venezolano  reclama respuestas y frente a tal circunstancia es perentoria  la necesidad de organizarnos de manera innovadora, y tenemos el deber patriótico de restaurar el Estado de Derecho en el país por la vía que sea necesaria, obligando a los líderes de agrupaciones de cualquier naturaleza y a sus representantes formales a declinar sus intereses personales o partidistas, a entender el clamor y  la necesidad nacional dentro del valor insustituible de la democracia, la dignidad y la voluntad popular para preservar la calidad de vida, los derechos humanos, la ética, la decencia y  el pluralismo. Para ello debemos tomar la iniciativa imprescindible de cerrar definitivamente el camino a la nefasta construcción del modelo comunista de sociedad para que la agenda nacional y las líneas de acción de la sociedad sean compatibles con la construcción y el fortalecimiento de instituciones democráticas y de la Democracia como modelo y forma de vida y tomar las acciones oportunas para dar la cara a la sociedad y a sus fuerzas emergentes, diseñar una estrategia política inteligente y plural, darle forma nacional y regional a una fuerza unitaria verdadera que fortalezca el sistema democrático y favorezca el cambio y el mejoramiento continuo de la sociedad y pueda decirle a las fuerzas constituidas, acá estamos, listos, con programas y metas de reconstrucción y de cambio.

Es una tarea formidable, pero los eufemismos y la abulia terminan con la acción, solo se requiere acción colectiva para parar la infamia de esta mal llamada revolución que no es más que una organización criminal dispuesta a todo con tal de preservar el poder y su influencia corrupta, Convoquemos urgentemente  a un gran movimiento con la participación de toda esta gente que lidera grupos, frentes, partidos, gremios y organizaciones de variados y heterogéneos objetivos, pero que todos coinciden en la necesidad de poner fin a esta tragedia que ha sumergido el país en la destrucción y empobrecimiento arrastrado por un autoritarismo comunista pasado de moda pero que no conoce límites para destruir a los seres humanos y arrebatarle sus formas de vida dignas.

Debemos ser capaces de adoptar todos los mecanismos de lucha para preservar la Democracia, la salud del venezolano y rescatar la institucionalidad republicana mediante la movilización, inclusive, de aquellas fuerzas internas que hoy giran y actúan secuestradas alrededor de un gobierno para la destrucción nacional, pero que todavía conservan reservas éticas y valores morales y de solidaridad que están actualmente maniatados como consecuencia del chantaje y la opresión. Se deben dictar las pautas de acción colectivas que conduzcan a un gobierno de cambio, de dirección plural, integrado por personalidades no comprometidas con intereses subalternos, de indiscutible proyección nacional, y que faciliten la construcción de organizaciones nacionales y  regionales para difundir y alinear las energías necesarias para el cambio, para convocar a la experticia y la experiencia adecuada que logre el ordenamiento y jerarquización  de los planes y programas con una visión realista y de vocación democrática.

La transición es absolutamente necesaria para desplazar de una vez por toda a un gobierno que en 18 años se ha negado criminalmente a responder a los intereses y necesidades colectivas de la Nación Venezolana, por lo que resulta impostergable afrontar con resolución la renovación total, algo así como un “borrón y cuenta nueva” de la vida nacional, apalancado por organizaciones que representen al  pueblo, a sus instituciones, y que un frente militar democrático, también deseoso de cambios, se identifique con ellas a objeto de sumarse a la tarea de ordenar el caos bajo nuevos enfoques de reconstrucción nacional.

Esa motivación de alcance  regional tiene que  dar gran impulso a la calle, a la movilización efectiva y al despliegue de un nuevo liderazgo, oculto pero activo, poco visible hasta ahora pero funcional, con ideas y experiencias nuevas, cuya consolidación le permitirá actuar dentro de una estructura organizativa colectiva, renovada, capaz de generar alternativas políticas retadoras, que pongan a disposición de la Nación un cuerpo verdaderamente unitario, fértil y ético para atender la transición tal y como está planteada. Existen fórmulas de gobierno para la transición y rescate del país, Es una obligación ciudadana para enfrentar el atropello, el egoísmo y la corrupción.

Convoquemos, entonces, para empezar este movimiento, a un liderazgo dotado de alto sentido ético y político emergente a fin de construir una gran red y un movimiento cívico a nivel nacional y regional con objetivos claros y trabajemos urgentemente en ello.

Caracas, enero 2017