Genaro Mosquera Castellanos
Me llamo mucho la atención un
artículo denominado La Guerra en Curso del escritor, Arturo Perez-Reverte, el
cual me estímulo a continuar trabajando en los orígenes de la estructura social
y demográfica venezolana. Como producto de la invasión masiva e incontrolada de
inmigrantes durante las décadas de los 60-70, el país experimentó un cambio
estructural en su demografía, lo cual influyó en algunos fenómenos sociales y
económicos. En efecto, dichos fenómenos fueron inducidos por la prevalencia de
esa inmigración descontrolada cuyos perfiles se caracterizaron por la incultura
y la falta de arraigo en la ciudadanía criolla, lo cual posteriormente potenció la marginalidad
creciente en el país y fue, paulatinamente, constituyendo entre otras variables
sociales, un grupo etario determinante
para el cambio del sistema de gobierno ocurrido durante la primera década de los dos mil, cambio que se apoyó en
estos grupos y que fueron susceptibles de manipulación política por parte de
dirigentes políticos socialistas, cuyo
propósito fue controlar
políticamente el país hasta marcar la
conducta social de todo un pueblo y que paradójicamente, hoy en día ha emigrado
y continua haciéndolo en cantidades importantes, huyendo de un gobierno hostil.
Procedamos por partes: antes de
ampliar y dar fundamento a los comentarios anteriores, observemos los
planteamientos de Perez-Reverte: “…Pero que estamos en guerra, no cabe la menor
duda, y no es la guerra al estilo de Waterloo o Normandía o Stalingrado, es una
guerra de miles de hechos acumulados, esporádicos, de guerrillas, sin
declaraciones ni banderas ni cargas de caballería, y a eso se enfrenta Europa y
sus posibilidades, honestamente, no son las mejores, basta saber un poco de
historia. Desde el punto de vista histórico (la Historia siempre se repite) la
situación es llamativamente similar a la de Los godos del Emperador Valente. En
el año 376 después de Cristo, en la frontera del Danubio se presentó una masa
enorme de hombres, mujeres y niños. Eran refugiados que buscaban asilo,
presionados por el avance de las hordas de Atila. Por diversas razones – entre
otras, que Roma ya no era lo que había sido – se les permitió penetrar en
territorio del imperio, pese a que, a diferencia de oleadas de pueblos
inmigrantes anteriores, éstos no habían sido exterminados, esclavizados o
sometidos, como se acostumbraba entonces. En los meses siguientes, aquellos
refugiados comprobaron que el imperio romano no era el paraíso, que sus
gobernantes eran débiles y corruptos, que no había riqueza y comida para todos,
y que la injusticia y la codicia se cebaban en ellos. Así que dos años después
de cruzar el Danubio, en Adrianópolis, esos mismos godos mataron al emperador
Valente y destrozaron su ejército. Y noventa y ocho años después, sus nietos
destronaron a Rómulo Augústulo, último emperador, y liquidaron lo que quedaba
del imperio romano. Y es que todo ha ocurrido ya. Otra cosa es que lo hayamos
olvidado o que gobernantes irresponsables nos borren los recuerdos para
comprender. Desde que hay memoria, unos pueblos invadieron a otros por hambre,
por ambición, por presión de quienes los invadían o maltrataban a ellos. Y
todos, hasta hace poco, se defendieron y sostuvieron igual: acuchillando
invasores, tomando a sus mujeres, esclavizando a sus hijos. Así se mantuvieron
hasta que la Historia acabó con ellos, dando paso a otros imperios que, a su
vez, llegado el ocaso, sufrieron la misma suerte.” …; “…Vivimos la absurda
paradoja de compadecer a los bárbaros, incluso de aplaudirlos, y al mismo
tiempo pretender que siga intacta nuestra cómoda forma de vida. Pero las cosas
no son tan simples. Los ‘godos’ seguirán llegando en oleadas, anegando
fronteras, caminos y ciudades. Están en su derecho, y tienen justo lo que
Europa no tiene: juventud, vigor, decisión y hambre. Cuando esto ocurre hay
pocas alternativas, también históricas: si son pocos, los recién llegados se
integran en la cultura local y la enriquecen; si son muchos, la transforman o
la destruyen. No en un día, por supuesto. Los imperios tardan siglos en
desmoronarse”.
Volviendo al caso venezolano,
durante el periodo 65-75 tuve la oportunidad de ser responsable de realizar
importantes investigaciones socio económicas para el organismo de obras
públicas que construía grandes embalses y obras de saneamiento de tierra. Para
tal fin, dirigía los equipos de campo que estudiaban la factibilidad para las
construcciones en referencia y ello obligaba a realizar previamente un
reconocimiento espacial, y el desarrollo de estudios en el terreno que hacíamos
con la ayuda de estudiantes de sociología, antropología y agronomía de la
Universidad Central de Venezuela, todo ello en pleno ejercicio de la docencia y
de sus líneas de investigación. Hacemos esta reseña porque, por aquel tiempo,
era prioritaria la reconstrucción del país frente al hecho de que veníamos
saliendo de una feroz dictadura y la vida democrática hacia irrupción
esplendorosa y libertaria, y sus gestores, actuando en pleno ejercicio
democrático, desplegaron iniciativas significativas, una de las cuales era la
construcción de obras públicas, en este caso, asociadas al desarrollo agrícola
del país. Pues bien, los estudios en referencia eran llevados a cabo en cientos
de lugares rurales, generalmente inhóspitos y lejanos de centros poblados, lo
cual significaba una aventura expedicionaria que obligaba a construir
campamentos, abrir caminos o trochas en plena sabana o en áreas selváticas, a
fin de examinar con detalle las implicaciones ambientales de tales obras o
decidir su ejecución, control, y desarrollo productivo. Los estudios eran
singulares y diferentes a lo largo y ancho del país, en lugares hoy muy
conocidos como por ejemplo¨: Uribante-Caparo, la zona sur del Lago de
Maracaibo, Tulè, el Limón en Zulia, Maticora en Falcón, Yacambù en Lara, San
Carlos de Cojedes, Camatagua en Aragua, Clavellinos, Campoma o el Turimiquire
en Sucre, Calabozo en Guárico, los Módulos de Apure y muchos más.
En cada lugar, por lo general, se requería un campamento dotado de la logística que ello implicaba y, como consecuencia de esta actividad, el denominador común era la aparición de un cinturón de viviendas o campamentos improvisados integrado por inmigrantes indocumentados que procedían de distintos países de Suramérica, los cuales, sin exagerar, pasaban de centenares y que, cual invasores, rodeaban estratégicamente el campamento e inmediatamente desplegaban actividades que conducían a la búsqueda de oportunidades en los oficios más comunes, es decir, cocineros, peones, macheteros, choferes, obreros para la construcción, entretenimiento, etc.
Toda esta “invasión” fue estudiada y conceptualizada, en efecto, sus rasgos de una manera general eran los siguientes; emigrantes hombres, mujeres y niños, procedentes de Colombia, Ecuador, Brasil, Perú, y Chile; analfabetas casi en su mayoría, incultos sin ser redundante, sin recursos y baja calidad de vida, sin arraigo ni escrúpulos, aprovechadores, jugadores y pendencieros, dispuestos a todo. Se agrupaban en colonias por países, y entre otras características, se reproducían con tasas de crecimiento significativas. Esos núcleos de inmigrantes, bien diferenciados de los emigrantes europeos se contabilizaron en casi todos los Estados del país, y se estimaron en unas cuatro mil colonias con las características anotadas. Este fenómeno fue sujeto de estudios académicos, especialmente por parte del personal técnico que trabajaba en dichos estudios y combinaba sus actividades con la academia enriquecidas por profesores de las universidades y estudiantes avanzados. Ello permitió analizar el fenómeno poblacional y su respectiva prospección. El resultado general de los mismos tipificaba a este tipo de inmigración con características muy definidas que caracterizan o definen el perfil de la marginalidad, y se estimaron para los años ochenta en cerca de veinte mil grupos familiares integrados por unas siete personas en promedio, en otras palabras, más de cien mil almas desparramadas por el país cuyo destino final eran las ciudades, especialmente del centro del país.
Estos grupos rápidamente adquirieron ciudadanía y su numerosa descendencia eran venezolanos por nacimiento, Las proyecciones poblacionales para la década de los años 2000 permitió estimar un crecimiento demográfico interanual de más del doce por ciento cuya población se calculó en más de dos millones de personas. Esta masa poblacional fue adquiriendo importancia numérica e integrándose al país con la desgracia de haber preservado sus niveles de vida marginales cuyas características no fueron significativamente cambiadas.
La consecuencia de la ausencia de una política oficial sobre el manejo y control de estos contingentes fue entre otros factores, que engordaron a los cinturones de miseria alrededor de las ciudades, hecho este, que fue advertido de sus efectos a mediano y largo plazo y que uno de los más importantes sería que esa ausencia de política provocaría en la actualidad un componente político electoral muy importante y que probablemente alcanzarían mayoría nacional al serle otorgada la ciudanía, y por tanto, tendríamos a personas con doble nacionalidad por lo general que irían arrastrando al país a sus familiares los cuales potenciarían su crecimiento y que, como fuerza social finalmente inclinarían la balanza electoral hacia sus propios intereses y serian parte de un gobierno o sus beneficiarios, hecho este que se verificó, cuando los algunos grupos extremistas mejor preparados relativamente, que vivieron siempre de los gobiernos, especialmente en el seno de las universidades y de los cuarteles aprovecharían esta formidable fuerza social para derrumbar la democracia venezolana donde la pobreza y la inseguridad es el indicador más importante el cual revela que en los últimos años los asesinatos anuales no bajan de las veinticinco mil almas.
Es coyuntural pero si muy
importante como ponderación, citar esta evolución poblacional dentro del marco
electoral, en efecto, en el año 2006 escribíamos: “….el sistema
electoral venezolano tiene
una serie de
debilidades que pusieron de manifiesto la desconfianza en los
procedimientos electorales desde el mismo momento que se
llevó a cabo
el Referéndum para
intentar revocar al presidente
de la República y se cuestionaron los resultados
ante la presunción de que el Registro Electoral
del año 2006 tenía anormalidades importantes
especialmente el hecho que hubo casi
tres millones de nuevos registros y un crecimiento irregular del 24,4% cuando
cronológicamente crece este indicador a tasas muy pequeñas, y que, incluso, son
análogas al crecimiento de la población”. Una primera evidencia de las
irregularidades fue detectada debido al crecimiento desmedido producto de la
naturalización y otorgamiento de nacionalidad venezolana a personas de diversas
procedencias usando la denominada “misión identidad” controlado este proceso por
intervencionistas cubanos, a través del cual ingresaron cientos de miles de
indocumentados a la base de datos de identidad y consecuencialmente a los
registros electorales. Sin discriminación, se cedularon cientos de miles de
supuestos venezolanos, a los cuales se les ha dotó de cédula de identidad, e
incluso pasaporte y se les ubicó en diferentes centros de
votación,preferentemente en los estados fronterizos donde la cantidad de
electores rebasó de manera significativa la población estimada.
Con la incorporación masiva de electores cambió completamente la estructura poblacional, dándose el caso que había más población adulta que menores de edad y se concluyó que las estimaciones de población y el registro electoral emitidos oficialmente no eran datos confiables. Este significativo incremento era diez veces más grande que el incremento registrado oficialmente en el periodo 2000-2003 el cual fue del 1,9%. Nuestra población ha venido evolucionando a razón de una tasa de crecimiento promedio de 3,03 % anual y ponen de relieve que la población venezolana ha venido creciendo cada vez menos a lo largo de los años, y que las tasas de crecimiento futuras, no podrán aumentar, a menos que se introdujeran en el país nuevos habitantes con características diferentes a las que siempre ha tenido nuestra población.
De acuerdo con el CNE, en diciembre de 2007, en el país había 16.266.876 personas inscritas en el REP; los resultados de un estudio concluyeron que el número de personas con edad de votar, representaba un 63,3% de la población venezolana. Esto significa que el REP contenía el 96,33% de la población lo cual es muy difícil de creer, ya que las mejores experiencias en casi cualquier ámbito de países democráticos dicho porcentaje difícilmente llega a un 70% de la población estimada, por tanto, el número de inscritos no debería ser mayor a 11.820.100; y que en consecuencia el exceso de inscritos no explicados alcanzarían a 5.067.634 personas.
Es muy claro, que al favorecer la naturalización a la inmigración indocumentada y la estrategia del régimen de incorporar a aliados extranjeros como venezolanos, tales como: chinos, cubanos, sirios y grupos con intereses ideológicos internacionales bien conocidos, se oficializó la condición de venezolanos con doble nacionalidad adquiriendo el derecho a votar en elecciones nacionales y regionales que registrada oficialmente producirían el efecto de su incorporación a la vida política, incluso el derecho a gobernarnos contra los designios constitucionales, y que apoyarían en gran mayoría a las fuerzas socialistas para ejecutar sus eternos planes de operación castro-comunista.
Este proceso social se parecerán a los hechos históricos o no, pero estamos viendo en este nuevo siglo que la movilidad migratoria empuja las fronteras desdibujando la nacionalidad autóctona e introduce indirectamente nuevos esquemas de gobierno como es natural, pero que por lo demás, altera la composición demográfica e introduce un componente poblacional cuyas características culturales fundamentales no han variado en el tiempo, con la desgracia que en muy buena medida esas personas preservan la ausencia de valores, ética y desarraigo nacional. Finalmente, fueron inducidas por la vía del facilismo, y la demagogia transformándolos oportunísimamente en seguidores de un gobierno cuyos esquemas ideológicos les importa poco, menos la soberanía nacional, pero que se ven favorecidos por el beneficio fácil, de intereses de otro orden y de aprovechamiento personal apoyados en un modelo ideológico antidemocrático.
Venezuela es un ex país sujeto a los intereses internacionales de la ideología comunista, basado en la demagogia y en modelo obsoleto basado en la lucha de clases y en el control de grupos marginales orientados de manera egoísta y sin escrúpulos, destinados a proteger sus propios intereses favoreciendo los, desmanes y la corrupción los cuales producen efectos sociales muy conocidos y sentidos por nosotros en la actualidad y que, como parte de sus consecuencias aparece la inseguridad y la resultante de acciones de todo orden que en parte nos ha convertido en migrantes de nuevo cuño, especialmente a los jóvenes que se transforman en invasores, generalmente calificados, en otras geografías y cuya estimación supera las dos millones de personas, dejando a su vez como consecuencia, el espacio a esta nueva sociedad (hombre nuevo?),cuya estructura cultural y económica debe ser cambiada para la convivencia democrática dentro de un país cuyo modelo de gobernanza no puede ser el que tenemos en la actualidad y que necesariamente requiere de un cambio en su conducción y especialmente de las estrategias sociales, culturales y electorales, este último mediante un nuevo registro de identidad que refleje realmente la composición poblacional de verdaderos venezolanos y permita tener elecciones claras que reflejen el espíritu democrático de los venezolanos..
Marzo, 2017.