Genaro Mosquera
Es una componenda lo que el régimen desea hacer el próximo
mes de diciembre junto con la colaboración de algunos “opositores”; realizar
elecciones parlamentarias con el deseo de preservar ventajas, no les importa
violar la ley electoral para dar legitimidad a este desgobierno, quienes, no
solo usan la estructura usurpadora del CNE, se apoyan en un sistema invalidado
y en una infraestructura operativa que pone a todos los elementos electorales
bajo su control
Es muy grave la componenda del régimen de apropiarse de los
símbolos de los partidos tradicionales y la reacción de los dirigentes es declarar
públicamente que esa elección es ilegal, que no irán a votar, pero como de
costumbre, accionan un efecto dual; es decir, acuerdan subrepticiamente con el
régimen nombrar a otros directivos “disidentes” que se apropian de los símbolos
y de la organización, para anunciar que van a elecciones, negocian sin rubor
quienes irán en las listas de diputados, y tienen la desfachatez de que el que
aspire a gobernador o alcalde en un futuro, debe trabajar en estas elecciones
para contribuir a disponer de una pléyade de diputados de “oposición”, que
sumados a los provenientes de los micro partidos, integrados por tránsfugas de
los partidos cómplices y del chavismo, tendrán representación garantizada,
obviamente no serán mayoría frente a los diputados del régimen, pero van a
formar parte de la Asamblea Nacional, la cual les permitirá la supervivencia
política, así como continuar en un escenario marcado por la incompetencia,
continuidad y corrupción.
La gente sabe, que es una componenda, y por supuesto,
mayoritariamente no van a ir a un proceso electoral ilegal e inválido que
tendrá consecuencias internacionales y quién sabe si en Venezuela. La
conclusión es evidente, no se puede ir a una elección invalidada de antemano,
que producirá funcionarios usurpadores y sujetos de futuras penalidades
judiciales. No valen mesas, mesitas o negociaciones que se hacen a escondidas
como todo el mundo también lo sabe, incluso ya se conoce, quiénes van a
integrar las listas electorales, y quienes son aquellos que se cambian de partido
como de ropa, lo cual no es ninguna sorpresa.
La población venezolana que está en el país, está
priorizando su supervivencia y políticamente parece adormecida y resignada,
pero como dice el refrán, del agua mansa líbrame Dios, en efecto, hay momentos
que fuerzas inesperadas aparecen de manera indetenible, que hasta ahora es
detenida por la fuerza de las armas y la restricción de libertades, de
controles dictatoriales y la puesta en práctica del librito rojo al someter por
hambre, y limitaciones de todo tipo, incluyendo decretos inventadas. Usan la
excusa de la pandemia para ocultar su incompetencia en la distribución de los
servicios, pero frente a todas esas vicisitudes, el pueblo no se rinde y la
procesión anda por dentro, ante la cual, el régimen se siente acosado como
fiera enjaulada, pero los deseos de cambio y libertad se harán realidad. Para
canalizar esta fuerza contenida y de gran presión, se ha echado mano a dos
temas controvertibles, aunque en apariencia parecen metodológicamente
correctos, la manoseada unidad nacional o unidad superior o movimiento de
movimientos, y la organización de la Sociedad Civil.
En el primer caso, la premisa ha sido, busquemos la unidad,
-acuérdense de la Coordinadora Democrática, de la MUD, del G4, etc. -Es
evidente que la unidad concebida de esta manera, solo es de un segmento que
está en el poder legislativo, único sobreviviente del naufragio de la
institucionalidad, la cual fue secuestrada, apropiada y violada, y se hace
concubina del poder con el crimen organizado. ¿Cómo puede haber unidad si los
personajes que la integran son los mismos de los últimos años, con su oratoria
controvertida y aprovechadores de oficio?, muchos de ellos, señalados ya no
solo como cómplices sino de aguantadores y beneficiarios ocultos de prebendas
indescriptibles, y que ellos creen que la gente no los sabe.
¡Cómo puede haber unidad o movimiento de movimientos?,
cuando las fuerzas vivas estratificadas por segmentos, por ejemplo, gremios
académicos, militares retirados, micro partidos, organizaciones no
gubernamentales, frentes políticos, y disidentes de los partidos tradicionales,
se agrupan en pequeños “clusters” para convertirse en salas operacionales,
críticas y analistas de gran calidad, pero sus intereses giran alrededor de sus
propios objetivos locales o parciales, son divos en su propio ambiente, de gran
poder de convencimiento, pero limitado a los márgenes de sus fronteras locales,
y no pueden integrarse a otros de similares estructuras por egoísmo, liderazgo,
visión ideológica contrapuesta, y muchos motivos adicionales. Es imposible
entre los cientos de organizaciones, conciliar tan disímiles objetivos, lo
cual, ha sido la desgracia de la dirigencia nacional, es como un pescueceo por
sobresalir y sus acciones son totalmente inefectivas.
Si examinamos con algún criterio sus objetivos,
planteamientos conceptuales, y opiniones documentadas, se observa una variada
estructura política, importante y realista en el diagnóstico, muy mala en la
acción. Como consecuencia, surgen llamados para la organización de la sociedad
que es como hacer una cobija de retazos, cuya estética y utilidad es inútil; en
el fondo aparece un factor común: fuera el usurpador y su sistema corrompido,
es decir, el objetivo central es el de
reemplazar al régimen que es la fuente de la pérdida de la democracia, por ende
de la libertad y que está aliado a la
rapiña de los invasores de otras fronteras, que llegaron como vulgares
dueños del patio, con una visión
depredadora nunca vista como una invasión de bárbaros. Pues bien, ese factor
común es lo único que nos une, la pregunta clave es, ¿quién asume el liderazgo?
El liderazgo en Venezuela bajo las condiciones actuales, no
puede estar en manos de quien legisla, con su carga de complicidad o no, con
errores o virtudes, o incluso con la derivación constitucional de ejercer el
poder de la transición. Su actuación se desligó ya hace tiempo del sentir
popular, son vistos con chocancia, arrogantes, ricos, habladores, y fanfarrones
por decir lo menos, y asociados a la corrupción. Ellos siguen con su juego y la
historia los condenará o absolverá, pero no pueden formar parte de un gobierno
de transición. Tampoco puede estar en manos de chavistas arrepentidos, quienes
han sido los responsables de este desbarajuste, también se enriquecieron y han
sido hábiles en ocultar sus ganancias, y como mosquitas muertas se esconden y
ahora piden su parte como representantes de un sector democrático de la
sociedad, cuando en realidad fueron golpistas y son responsables de robos y de
muertes. Entendemos la caridad cristiana de la conciencia y el prurito
democrático exagerado que solicita que los libre de culpas, y de que aquí no ha
pasado nada. Esa visión es intolerable, no es una cuestión de venganza por los
daños infringidos, no es un ojo por ojo, es que están inhabilitados por
gobernar, su responsabilidad debe ser puesta de manifiesto con justicia, pero
sin debilidades.
La sociedad civil, debe organizarse alrededor de aquellos
venezolanos que tienen la competencia para ello. El individuo como líder se
mide por su capacidad de trabajo, probidad, conocimiento y experiencia, no
importa cuántos años tenga. Además, el liderazgo tiene que tener apoyo popular,
claro que muchos lo tienen y gozan del respeto, pero ¿quién los mide?, una
encuesta, su influencia en las redes sociales, una consulta popular electoral,
pero ¿dónde está el tiempo? En diciembre se acaba la fiesta, como se traduce
este esquema en la línea del tiempo, la descomposición y estructuración de los
registros y los métodos de procesamiento transparentes.
Ante la situación del país y la desesperación popular, los
que se atrevan, deben encabezar un movimiento popular de líderes emergentes,
que ejerzan la ciudadanía y la acción necesaria. El que tenga rabo de paja, se
sabrá y serán apartados, este país aparentemente es grande, pero todos saben
quién es quién. Los que se sientan verdaderos patriotas y líderes naturales,
deben asumir la responsabilidad hasta su legitimación popular. Deben integrar
el Consejo de Gobierno de Emergencia Nacional, función que se asume, no se
decreta. Si esperamos que la Asamblea Nacional, o un grupo cuyas iniciativas
así lo considere y los proponga o confirme, o que un referéndum lo haga, eso
nunca va a ocurrir. Si hacemos una consulta popular, su logística compleja nos
ubica en el futuro y será inútil ante los hechos. ¿Cómo se logra el asunto?,
mediante compromisos serios, acuerdos sinceros, pactos claros de
desprendimiento político y de reconocimiento internacional, y claro está no
incluyendo a quienes van a torpedear la emergencia, que usan el concepto de
unidad interesadamente.
El balance y contrapeso político del grupo emergente es el
Consejo de Estado, integrado con las bases constitucionales, donde muchos
líderes tendrán la debida actuación y protagonismo. La validación de este
gobierno de emergencia, tiene a su vez estrategias secundarias al desalojo del
usurpador, hacer gobierno, tener la representación y apoyo internacional, sin
pruritos, usando sin discreción la ayuda armada frente a delincuentes de manera
proactiva natural y jurídica, para más tarde, validar sus actuaciones,
presentación de cuentas clarísimas.
A propósito de las consultas de validación, plebiscitos o
referendos, implican el divorcio con los métodos del CNE y un registro de
votantes invalido, es necesario el desarrollo de nuevos métodos de
identificación. Millones de venezolanos no aparecen en los registros, la
actualización es un procedimiento viciado, y los que han migrado están en una
situación precaria, incluso con limitaciones legales donde cientos de miles
tienen vencidos sus documentos de identificación y visas con problemas de
renovación los cuales están basados en el sistema nacional de identificación en
manos cubanas, Un proceso electoral limpio requiere la necesaria demostración
de ser venezolano y un método muy claro de estructuración de la base de datos
real y correcta..
Todo tiene su tiempo, concentrémonos en lo prioritario que
es que se asuma el liderazgo emergente sin demora, y dejemos en alguna medida
la formalidad para cuando llegue la hora de darnos en buena lid una vida
democrática y dispongamos de un sistema electoral limpio, transparente y un
sistema de votación adecuado.
Julio 2020.-