LA PERDIDA DEL VALOR DEL TRABAJO
Genaro Mosquera
Trabajadores universitarios, es la nueva
etiqueta que impuso el régimen a los profesores universitarios; esta decisión
no es un problema de nombre, se trata que la nómina pasó directamente a control
del Ejecutivo y nos vincula operativamente y obligatoriamente con la plataforma
patria. El régimen ahora es el patrono, dejando de lado a las autoridades universitarias.
Este paso es uno de los tantos que el régimen viene implementando en detrimento
de la autonomía universitaria que ha sido dejada de lado, en efecto, impone las
carreras a estudiar, decide quien, donde y qué estudiar, introduce a las
comunas en la administración universitaria, incorpora el control total del
sistema en base a la abundante reglamentación centralizada, entre ellas, la
manera de elegir a sus autoridades. Obviamente, hay más medidas, pero me
limitaría a la más relevante para poner en contexto el primer tema, es decir, la
pérdida del valor del trabajo.
La Estrategia diseñada por el régimen ha
sometido a la población docente y de investigación a un mecanismo salarial tan deprimente
que un profesor titular que ha llegado a la máxima escala en la universidad percibe
diez dólares promedio por mes, el resto de los docentes, que no tienen esa
categoría y que son la mayoría, van de 3 a 5 dólares promedio-mes. En otras palabras,
impusieron una política de hambre acompañada de la ausencia de la
imprescindible seguridad social que por lo demás, ha sido contributiva por
parte de la comunidad quien paga una proporción de su miserable remuneración a
un fondo para disponer por último de su jubilación y garantía de protección
social acorde con los niveles alcanzados. Pues bien, esos fondos fueron
eliminados y los saldos financieros que quedaron pasaron a manos de las eternas
autoridades universitarias quienes los administran por su propia cuenta dejando
de lado a los gremios que debieron tener corresponsabilidad administrativa y
con sus actuaciones introducen el riesgo de abuso en la gerencia de los benéficos
y propósitos que esos fondos tienen. Como colofón, las prestaciones sociales,
derechos laborales estatuidos, por efectos de la inflación se depreciaron de
tal manera que su monto es absolutamente ridículo cuando se liquida al personal
o simplemente pasa a la jubilación.
La política salarial como elemento de
control por parte del régimen ha reducido la capacidad económica y familiar de
docentes e investigadores a la categoría de hambre, ha terminado con las
meritocracia y competencias enmarcadas en la Ley de Universidades, ha aplastado
la condición de un académico y lo ha hecho deliberadamente objeto de sumisión.
Incluso lo ha expuesto a la odiosa comparación con otros segmentos de trabajadores
cuyos ingresos son superiores en promedio al de un profesor, es así que un trabajador
domestico percibe en un día lo que un profesor en un mes; un trabajador liberal
en cualquiera de sus modalidades gana entre 30 y40 dólares diarios sin incluir
los beneficios que representan la colocación de partes y repuestos comprados en
beneficio propio a los comerciantes del área.
Este aplanamiento de los ingresos ha sido
deliberado y no permiten el acceso a la economía domestica a menos que haga
como me dijo una profesora en estos días, “para sobrevivir tengo
obligatoriamente que matar tigres”, esta expresión incluye cualquier cosa,
desde reposteros, hasta vendedores de cualquier bien o servicio. En general también
se vive de las remesas de familiares cuyo monto difícilmente excede en promedio
los cien dólares mes sacrificando estos los exiguos ingresos de sus empleos en
el exterior cuyo costo hora se ubica en el simbólico diez dólares-la hora, vs
los 10 dólares- mes percibidos como máximo en es país. Las remesas monetarias y
en especies de más de dos millones de exilados económicamente activos, cubren
buena parte la economía doméstica, y contribuyen con el pago local de servicios
de cualquier nivel, el cual va a las manos de emprendedores o vendedores de
servicios contribuyendo a funcionar a una economía marginal dolarizada.
Sobre este último aspecto, la economía
comercial, cuyos márgenes de beneficio son esencialmente especulativos dada la
circunstancia que los bienes importados no pagan arancel como política oficial,
los venden a precios del mercado internacional, y en algunos casos sobre un veinte
por ciento de esos precios. Se da el caso que la hiperinflación hace crecer los
mismos en bolívares de manera mas que exponencial, día a día, y también se da el
insólito caso que en el país el dólar también sufre de inflación. No me refiero
al sector industrial casi inexistente, o los que pertenecen a empresas
expropiadas, que venden sus productos finales en el mercado nacional en dólares.
En contradicción con las políticas comerciales internacionales, las empresas
nacionales pagan a sus empleados no más allá de un cinco por ciento de su nómina.
En otras economías internacionales, las empresas destinan casi la cuarte parte,
es decir, mas de un veinticinco por ciento en la nómina acompañados de incentivos
como contraparte a la remuneración de su talento.
El efecto directo, de esta práctica especulativa
es la apropiación de los salarios del trabajador cuya práctica discursiva ha
sido tan combatida mentirosa e ideológicamente por el régimen. Este no chista
ante tal robo por conveniencia, ajustada a su política de hambre y control de
la población. Los gremios empresariales informan públicamente y con desparpajo
que pagan siete veces lo que paga el sector público. Tamaño argumento, todos
destinan sus recursos excedentarios a enriquecerse y a especular al trabajador
venezolano.
Negociaciones van y vienen entre el régimen
y la oposición oficial, ahora enriquecida con la participación del máximo
gremio empresarial favoreciendo al régimen para mantenerse en el poder, contribuyendo
en la defensa de las elecciones regionales y la legitimación nacional e
internacionalmente del régimen, y a otros,
a sacar provecho de una negociación para validar presuntamente al sistema
democrático y cooperar con el preservando el status quo del régimen consolidando
su permanencia en el poder de un modelo fracasado; contribuyen a asegurar sus
objetivos a mediano plazo especialmente de sus intereses y lograr ese
empresariado un pretendido acercamiento al poder sustentado en la participación
colaboracionista.
No se termina de entender que, si no se
cambia el modelo económico y de gobernanza la economía no arrancará nunca,
especialmente si la misma no se sustenta en la recuperación del valor perdido
del trabajo. El trabajo se depreció tanto que no vale la pena emplearse en la
economía formal, se da preferencia a la informal y a la iniciativa propia a
través de los mecanismos del emprendimiento individual, dejando claro que, la
seguridad social que había sido prevista legalmente ya no tiene sentido, que la oficial tampoco sirvió
y en consecuencia, el que no tiene seguros médicos no podrá atender sus problemas
de salud y mucho menos de mantenimiento personal, incluyendo las emergencias médicas
y, lo más seguro es que ante tal circunstancia acompañará a los más afectados por el Conavirus.
No podemos vivir de la fantasía del
discurso inútil como el que vimos en estos
días en la entidad gremial empresarial donde el régimen hizo gala del
discurso magnánimo y seductor, los nuevos directivos pronunciaron elegantes
discursos de colaboración, en realidad, se hacen cómplices de un régimen
criminal, defienden el sistema comercial
y de los servicios, porque no tienen competencia industrial y con ligeras excepciones
no producen bienes, mas bien los importan para desarrollar una gestión
comercial especulativa y poco les importa desfavorecer la producción industrial
marginal e ineficiente, incluyendo al
sistema empresarial expropiado cuyas empresas o están quebradas o no funcionan
de manera productiva con las limitaciones que tienen de mantenimiento, mala operación por falta de
formación de sus funcionarios, o por
incompetencia supina.
Es entonces determinante una nueva estrategia.
¿Como empezamos?, por el trabajo universitario, su rescate es prioritario, es
necesario rechazar la reglamentación que limita su desarrollo y verdadera autonomía.
fijar el objetivo de nivelar las remuneraciones de los trabajadores a una
escala equivalente a la de los países vecinos, bajarle el copete a empresarios
y emprendedores mediante los debidos controles a la especulación, abordar la
ingente tarea de recuperar la libertad y reconstruir a un país que se hizo
pedazos.
No se trata de cubrir las apariencias electorales
y legitimar de este modo a una falsa democracia, se trata de cambiar un sistema
represivo, el modelo económico, social y político del país, cambiar el
extremismo por el liberalismo del mercado. Ello jamás se va a lograr con
negociaciones, el poder no se cede, cualquier debilidad lo socaba y en
consecuencia el régimen jamás estará dispuesto a dejarlo no solo para proteger a
sus ductores internacionales, favorecerlos en su banal discurso demagógico, sino de proteger sus intereses mal habidos los
cuales se han vinculado con intereses foráneos aprovechadores en la fiesta que
los legitima, consolidar la corrupción y el manejo del poder apoyado en las
armas de la represión y la violación de los derechos humanos
Solo queda un camino, rebelarse ante el
estado de cosas, presionar sin límites la salida del régimen, buscar la
libertad denegada, asumir valientemente que lo lograremos o desgraciadamente
estaremos sometidos a los intereses comunistas y/o globalistas administrados localmente
por un régimen usurpador. ¿En cuál modelo nos inscribiríamos?, yo diría que en
el de la libertad sin condiciones
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