Genaro Mosquera
Al describir la crisis venezolana, el
origen de sus consecuencias, el efecto de su modelo en la sociedad venezolana y
su irradiación contaminante hacia los vecinos de América Latina, se observa que
dicho modelo de gobernanza ha sido conducido por un plan estratégico cuyos
dirigentes están en Cuba y sus ductores están del otro lado del mundo. Ante las
circunstancias actuales de esta crisis crónica surge una pregunta frecuente del
ciudadano común: ¿cómo salir de esto y cuando?
La respuesta a la interrogante antes
señalada apunta contra la voluntad de hacer inferencias válidas en un tema tan
delicado como es la política venezolana, la cual no permite señalar la
potencial salida del régimen, especialmente si observamos la inconsistencia y
el riesgo de emitir juicios de razonable predicción. Una vez que se han
examinado multitud de diagnósticos, opiniones documentadas, la resultante de
estudios de varios niveles y diferentes fuentes, surge una primera aproximación
y es que la situación venezolana se nos salió de las manos considerando
solamente que la dirección del Estado está en manos del invasor cubano y no
cabe la menor duda de que es el director de la orquesta que considera al país
como su provincia particular y es apoyado por las estrategias geopolíticas
internacionales instrumentadas desde el Foro de Sao Paulo, los intereses rusos,
chinos, de otros países no democráticos y del crimen organizado especialmente
operado por la guerrilla colombiana, el narcotráfico y los corruptos locales
insertados en el régimen venezolano.
Este esquema conduce a un conflicto muy
claro entre la democracia y los países antidemocráticos, lo cual revive con una
nueva modalidad, la guerra fría, cuyo escenario es América y por lo tanto la
crisis venezolana depende de la estrategia de los dos grandes contendores:
Rusia y Estados Unidos. Estos últimos han adoptado un discurso fuerte y ha
instrumentado medidas económicas de resultados dudosos y que como un reto ha
conducido a que rusos y chinos hayan establecido más allá de los intereses
comerciales y de aprovechamiento de los recursos del país la instalación de
bases militares y de comunicación en Venezuela, cuya influencia ya se extiende
a Bolivia, Cuba y Nicaragua en evidente provocación a las democracias actuales
y especialmente al gigante del norte fortaleciendo la penetración e invasión al
suelo norteamericano.
La resultante del modelo de dominación
desarrollado por el régimen tiene diversas modalidades que han llevado a la
ruina al país, pero socialmente su efecto es devastador al estimular el éxodo
de la población y al empobrecimiento familiar a límites insostenibles. Como resultado
aparece claramente la necesidad de atender a la población sujeta de ausencia
razonable de ingresos, pérdida de salud y de sus derechos en general, en
consecuencia, la ayuda humanitaria internacional es un requerimiento
fundamental. Sin embargo, la misma tiene grandes obstáculos para su concreción
y si se hace es con gran riesgo de manipulación, incluso de aprovechamiento por
parte del propio régimen, como ya ha ocurrido; por tanto, dicha ayuda
imprescindible debe venir acompañada de una fuerza de protección militar
integrada por efectivos de varios países.
Otro factor que incide en la crisis
política es que el régimen usurpador y su poder sustentado en el apoyo militar
no va a ceder para la construcción de un gobierno de transición y de llevar a
cabo elecciones libres a menos que tengan ventaja en la preservación de un
sistema electoral hecho a su medida. Es imposible la entrega del poder sino por
la creciente presión internacional, el planteamiento estratégico derivado de
ampliar el parcial embargo económico y de ejercer restricciones comerciales
impuesto por naciones democráticas y otros mecanismos diferentes.
Hasta dónde el gobierno de Trump
validará sus planteamientos contra el sistema político venezolano en vigencia,
en realidad no se conoce debido a sus problemas internos y electorales, pero el
reto está planteado. Como decíamos antes, “quítame la pajita” entonces, habrá o
no acción. Por tanto, la probabilidad de este enfoque es menos de un tercio, es
decir, menos de 30% de probabilidad de ocurrencia.
El movimiento de unidad nacional
representado por los integrantes opositores de la Asamblea Nacional tuvieron
gran oportunidad de ser protagonistas del cambio desde el momento que el
trabajo de expertos electorales convenció después de mucho tiempo que el
régimen sustentaba su ejercicio del poder en el fraude electoral y en el
intento de dar legitimidad a sus actuaciones hasta que fue puesto finalmente al
descubierto. El TSJ legítimo sentenció la nulidad del sistema electoral y
declaró la usurpación del gobierno. La AN renació del ostracismo y elevó a su
presidente a la condición de presidente encargado constitucionalmente para
formar un gobierno de transición y salir del régimen usurpador, hecho este que
fue acompañado por docenas de países que avalaron tal decisión dándole fuerza a
la AN y a su presidente, quienes iniciaron la campaña internacional de ayuda
humanitaria e informativa que finalmente llegó a la disyuntiva de ayuda militar
o negociación.
Hábilmente, los integrantes de lo que
podemos llamar centro derecha o movimiento social cristiano nombraron
mayoritariamente como representantes a connotados dirigentes de antaño y a
jóvenes asociados para desplegar formalmente acciones internacionales con la
ayuda de sectores europeos y del Grupo de Lima, los cuales le sacaron el cuerpo
a la potencial intervención de una coalición militar, propiciando negociaciones
de cohabitación con el régimen en nombre de la paz.
Finalmente, se negocia con el régimen,
el chavismo disidente y partidos de dudosa representación, más bien
oportunistas, los cuales tienen la premisa de celebrar elecciones legislativas,
no muestran interés en las presidenciales. La contraparte oficialista pivotea
hacia las elecciones parlamentarias y no cede la presidencia, confirmando la
tesis de que el poder y la responsabilidad de sus acciones no dejarán que el
gobierno abdique. Todo indica que al final se impondrán las elecciones con un
CNE acordado entre el chavismo disidente, la AN y el régimen, mediante
condiciones previas limitadas por la negociación dejando de lado un sistema
electoral claro, como exige la comunidad ante la problemática de que es
necesario incorporar a nuevos centros de votación en el exterior a la bicoca de
3 millones de venezolanos que se fueron y dispersaron por medio mundo, al
registro de otro millón de jóvenes que no se han inscrito, depurar el registro
electoral y eliminar 2 millones de votantes virtuales tomando en consideración
los circuitos electorales hábilmente construidos con ventaja oficial, muchos de
ellos ubicados en los cuarteles cuyos integrantes juraron defender a muerte al
socialismo.
La perspectiva realista se va a
imponer, que consiste en llevar a cabo elecciones negociadas empezando por el
nombramiento de un directorio electoral al margen de las decisiones tomadas por
el TSJ legítimo, acciones que pueden dar origen a un gobierno compartido en el
que el chavismo y el madurismo sobrevivirán con sus privilegios indemnes de
acciones irregulares o de corrupción. Lamentablemente, esta perspectiva tiene
más chance que la primera, es decir, más de 50% de probabilidad de que ocurra.
Internamente y con gran importancia en
el exterior, dirigentes con experiencia son mantenidos al margen de los actores
fundamentales por la dirigencia política, se expresan de manera limitada a la
opinión pública. Los que permanecen con limitaciones en el país son
silenciados, disminuidos y vigilados; sin embargo, hay un potencial de capital
humano sin fuerza aparente, con valores éticos que tienen trascendencia
silenciosa en la población.
Aparece otra perspectiva, el
descontento popular que no hará eclosión porque la economía y la pobreza no
tumban gobierno, pero el malestar de los que quedan son una fuerza de opinión
latente que el régimen persigue con ayuda de la inteligencia cubana. Entre
ellos hay profesionales valiosos, dirigentes de varios niveles, militares
activos y retirados, presos o exiliados, todos solidarios con la Constitución y
la democracia, descontentos y arrinconados. Por tanto, existe una perspectiva
de reacción militar que tiene la vista puesta en el poder, cuya disposición es
recuperar la democracia como sistema. Esa opción también es probable, no llega
a los números antes mencionados con una perspectiva de cambio que pudiera ser
fuerte y traumática, inspirada en el cesarismo democrático y que puede emerger
sin aviso
La respuesta de una salida de toda la
tragedia venezolana esta planteada en un esquema bayesiano, es decir, de
probabilidades previamente condicionadas, por tanto, cualquiera de los
escenarios descritos puede ocurrir. Para poner un ejemplo, un jugador con tres
vasos y una bolita frente a observadores o jugadores tratan de adivinar dónde
está la bolita, pues está en alguna de las tres posibilidades, una más probable
que otra porque no son iguales debido a la intervención, truco de la mano y
habilidad del operador, el cual puede poner la bolita donde le permita ganar. Esa
bolita representa la elección fraudulenta que estabilizará por corto tiempo el
desastre, pero que inevitablemente continuará la descomposición democrática y
el intento de preservar el modelo que nos arruina, pero que también
preserva el sistema en manos de redes criminales nacionales e internacionales.
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