Éxodo, política y supervivencia
Por
-December 1, 2020
La diáspora venezolana desparramada por Estados Unidos en un
número sin precedentes, estimada en más de 400.000 almas, es producto
esencialmente de los efectos de la cruel dictadura. Muchas de esas personas han
tomado partido en las elecciones americanas, entrando en el juego de las
estrategias de los “Globalistas, o del Estado Profundo”, y se han polarizado
con opiniones extremas, expresando en debate público sus preferencias entre las
dos fuerzas políticas que se disputan el poder. En general, han dejado de lado
los problemas de su país de origen y se han involucrado en el tema, sin tomar
en cuenta si son residentes o no, incluso visitantes, lo cual los pone en una
situación sensible, hasta criticable por su condición de emigrantes, claro
está, sin considerar la minoría que se ha nacionalizado, o tiene largo tiempo residenciado en ese país y que tienen
todo el derecho de tomar partido en las elecciones presidenciales, y manifestar
su preferencia entre los candidatos de los partidos Republicano y Demócrata.
La conducta de estos compatriotas ha generado una enorme
controversia, y en cierto modo, es vista con extrañeza por la comunidad local
que no comprende ese tipo de injerencia en un proceso electoral que corresponde
solo a ciudadanos y, que además es altamente complejo en su diseño,
reglamentación y efecto en las políticas del Estado americano. Esa conducta,
incluso por la intensidad del debate, los hace olvidar las razones de su éxodo,
y de las amenazas que representa el
régimen venezolano cuyas consecuencias nacionales e internacionales
tienden a profundizarse como consecuencia de su participación en una agenda internacional
oculta, manejada por fuerzas globales, cuyas estrategias están centradas en el
fortalecimiento del socialismo, basada en elecciones fraudulentas como es el caso de Venezuela orientadas a destruir el último reducto
representado por la Asamblea Nacional y el interinato de gobierno, el cual debe
ser analizado dentro del contexto de las elecciones americanas.
Frente al proceso de renovación del período constitucional
en Estados Unidos, es necesario ver con claridad el impacto que tendrá en
Venezuela el dictamen final sobre el resultado electoral y los efectos de la
política exterior de ese país. Ante la realidad de las denuncias de
irregularidades y evidencias de manejos interesados en el proceso electoral de
varios estados que integran el gobierno federal, las mismas deberán probarse
ante sus organismos competentes y tribunales de justicia cuyas decisiones
confirmarán si se han alterado significativamente los resultados, o no, y qué
consecuencias traerá, incluso si son irrelevantes cuantitativamente para
proclamar a un ganador, pero lógicamente, en cualquiera de los casos, el
proceso electoral ha sido alterado cuyas
irregularidades detectadas de varias formas y la intervención de empresas
nacionales o internacionales, o incluso de gobiernos o de activistas de otros
países han puesto en jaque la confianza
en el sistema electoral y el concepto
cultural de la verdad sobre la mentira tan arraigado en ese país; por tanto, se
ha perdido en buena medida la fe en el
sistema y como consecuencia tendrán que redireccionar al mismo como deberá
ocurrir en algún momento en Venezuela
para preserva la transparencia y credibilidad en el sistema democrático, que a
la larga es lo que está en juego.
Ante ese marco de referencia, la política exterior de
Estados Unidos deberá profundizar su lucha contra el régimen venezolano, sin
dejar a un lado a otros países que navegan en la misma dirección y deberían de
hacer lo necesario para contribuir a rescatar al país de las garras de
individuos sin ética, donde la corrupción es su divisa. Esa lucha, implica un
compromiso con la democrática, y no tiene tregua, razón por la cual la diáspora
muy activa como núcleos de opinión deben perseverar en su denuncia a gobiernos
e instituciones de que el régimen no puede desviar el objetivo de la defensa del
sistema democrático y, que se requiere contribuir a identificar a traficantes e
infiltrados que haciéndose pasar por asilados que son fichas desestabilizadoras
apoyadas en sus vínculos con el terrorismo internacional.
El tema fundamental de los ciudadanos venezolanos es una
lucha intensa por el desplazamiento y usurpación del poder, de defender al sistema democrático., denunciar
la estrategia de poder del régimen que no obedece a los intereses del país,
sino de una agenda socialista, y de su entreguismo traidor a países que
sustraen los recursos para sus propios fines
y con interés de imponer el socialismo internacional usando la ideología
como pantalla conceptual, pero que en
realidad, actúan como expansionistas de sus sistemas, apoyan al régimen para construir
sus bases en territorio americano y desde ahí crear una visión y acción de sus
intereses, especialmente de la explotación de los recursos y el desarrollo de
nodos de control militar como advertencia al país del norte de que tienen
influencia y poder en América.
Dentro de ese esquema de alta complejidad, el venezolano
común ha emigrado, especialmente a los
Estados Unidos, y mayoritariamente está en la práctica como asilado,
independientemente que muchos ingresaron con esa condición, aun cuando jamás
actuaron en política y solo se fueron huyendo del desafuero venezolano, otros,
entraron como visitantes o en condiciones de estudiante, o de personalidad
ligados a la política, con vínculos en instituciones americanas, en fin, una
variedad de situaciones donde vale la pena destacar la inestabilidad legal de
permanencia y las dificultades incluso de identidad pues los pasaportes se
vencen sin muchas posibilidades de renovación, la estadía como refugiado tiene
límites, las visas y permanencia se vencen con renovaciones que se hacen
difíciles y costosas,
Los migrantes con las condiciones anotadas, y al margen de
protección social a menos que hayan logrado la residencia puedan trabajar
legalmente, sobreviven, trabajan si es posible de manera ilegal, y los que
logran un permiso de trabajo, lo hacen en oficios muy lejos de sus competencias
profesionales o técnicas, razón por la cual laboran en actividades marginales y
de subsistencia. Los que tiene residencia, tampoco gozan por lo general del
beneficio de ejercer sus profesiones y aceptan condiciones limitadas de sus
actividades que en la mayoría de los casos no se corresponden con sus
conocimientos.
Toda esta situación se agrava con el consumo sistemático,
agotamiento de los recursos económicos producto de la liquidación de su
patrimonio y ven con angustia que pasa el tiempo y sus condiciones de
permanencia no son resueltas. Caen en la desesperación de estar en un país
extraño, sin recursos suficientes, trabajando si pueden para vivir. Este tema,
es de tal importancia para cientos de miles de compatriotas que exigen de los
representantes del gobierno transitorio, de organismos internacionales, al
activismo grupal, y de lobby y de todo el que pueda ayudar, concentrar sus
esfuerzos en este tema, sin distracciones en otros elementos polarizantes que
no tienen prioridad frente a la lucha por la difícil supervivencia. Hay que
atender este asunto con urgencia y lamentablemente no se está haciendo.
Desde hace ya tiempo, el
éxodo masivo ingresa al país americano como simples visitantes, con la condición de salir cada seis meses
reglamentariamente, mientras tanto, tramitan la residencia la cual es compleja,
costosa y a mediano plazo sea cual sean las modalidades legales, pero mientras
tanto, la supervivencia es apoyada por familiares o relacionados, sin
embargo, está obligando a su salida cada
seis meses incluyendo prorrogas, es decir, convierte a estos seres en gitanos
en la práctica, sin hábitat personal, con el patrimonio cada vez más limitado y
la precariedad de vivir con familiares o amigos por meses, con la desgracia
agravada por la pandemia. Ese es un gran
problema que nuestros políticos y representantes ignoran, no tocan, desprecian
y no contribuyen con su solución y de exigir un trato digno, permisos de
trabajo y residencias condicionadas, pero que proporcionen cierta estabilidad,
es en realidad un derecho humano. Ellos en la condición de representantes
institucionales están obligados por encima de sus funciones y actividades que
por cierto financian a costa de acuerdos internacionales no tienen estos problemas, pero lo que duele
es que no hacen nada y miran por encima del hombro a quienes se acercan
solicitando mínimo apoyo.
El otro gran problema, y es obvio como prioridad de vida, es
la liberación de Venezuela, potenciando todas las iniciativas para el gran
propósito de regresar al país para convivir con la patria y el arraigo
cultural, familiar y patrimonial. Es la solución a los que están en condiciones
de inestabilidad. El resto de compatriotas, que han logrado cruzar la barrera
migratoria dentro de los cánones legales, se han transculturizado,
probablemente nuestros mejores recursos, no volverán. Ya tienen familia con
otra cultura y más allá de las manifestaciones de solidaridad, no regresarán.
He ahí una gran tragedia cuya solución es el rescate del país en manos de una
oprobiosa dictadura manejada por cubanos como tierra propia y entregada a los
intereses imperiales rusos, chinos y las estrategias de Irán, Turquía, Siria,
etc. como centros del terrorismo internacional, apoyada en tierra propia por el
narcotráfico y de militares o paramilitares sin ética ni moral, cuya
permanencia se hace desgraciadamente evidente y tiende a solidificarse y
prolongarse en el tiempo si no se les enfrenta y no se resuelve con acciones
definitivas por parte de nuestros compatriotas.
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