Esclavos posmodernos
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-December 5, 2020
No es fácil tomar conciencia de las graves amenazas que
tiene en Iberoamérica el avance de un sistema de antivalores representado por
organizaciones cuyo afán es la toma del poder global, regional y de cada país
que integra la comunidad democrática. Su diseño está orientado al desarrollo de
movimientos políticos destinados a la administración del poder, independientemente
de las circunstancias de su mutación y mimetización, bien sea de carácter
socialista, comunista, terrorista o de variada ideología, incluyendo al
narcotráfico, o las mafias internacionales.
Dicho sistema, organizado en estructuras altamente
complejas, apoyado en las estrategias financieras las cuales se traducen en
acciones desestabilizadoras estimuladas por gobiernos antidemocráticos,
títeres, dictadores o cualquier otra modalidad que alcanzan a grupos de
activismo de variados objetivos puntuales, bien sean estos de género, raza,
sexo, etc., y que por lo general están asociados a movimientos de corte
comunista o extremista y vienen acompañados de la violencia que inducen
destinados a subvertir el orden y producir odio. Estos movimientos penetran en
la sociedad complementadas por organizaciones civiles, militares y educativas
locales casi como una enfermedad.
La acción planificada del sistema, llamado “progresista,
globalista o simplemente estado profundo” independientemente de su
denominación, forja una acción operativa inspirada en las directrices de
movimientos o grupos de intelectuales concebidos y financiados para permear las
acciones necesarias para el apoderamiento de gobiernos, Estados y
organizaciones de todo orden. Entre esas acciones, la más importante y que ha
sido diseñada a la medida son los procesos electorales, destinados a utilizar
una de las herramientas más significativas de la democracia para garantizar los
derechos humanos y la libertad económica, En ese sentido, lograron manipular los sistemas electorales a través
de organizaciones internacionales para que
sin disparar un tiro faciliten acceder al poder por elecciones con una
estrategia asociada a moldear la opinión publica la cual es dirigida por
los grandes medios de su propiedad que
influencian a la población mediante el engaño destacando las bondades de un
cambio.
Los procesos electorales fraudulentos garantizan la
apariencia democrática y el control de gobiernos, instituciones y a un
liderazgo corrupto que permite la vinculación de ellos con los objetivos
primarios de políticas macro de control mundial los cuales están ligados a los
grandes subsistemas económicos y a la masa financiera que compra no solo lo
inimaginable, sino incluso, conciencias y recluta acólitos para su causa. Esta
estrategia, tiene sus mejores ejemplos en Venezuela, Nicaragua, Bolivia,
Ecuador, Argentina, España y, pare de contar, donde se logró el control de los
gobiernos y de sus dirigentes más representativos, incluyendo instituciones,
empresas, y estructuras paramilitares.
Ahora, esa operación ha llegado increíblemente a los Estados
Unidos, donde instrumentaron dicha estrategia con sus prácticas y mecanismos
metodológicos fraudulentos, poniendo en jaque a las elecciones de ese país, que
independientemente de los resultados, el sistema pretende salirse con la suya y
montar en el país más poderoso del mundo a sus más conspicuos y corrompidos
dirigentes lo cual permitirán el desarrollo de sus planes globales y acción
ideológica en las instituciones que han
sido penetradas convenientemente,
En el caso venezolano, la elección parlamentaria, claramente
fraudulenta, se apoderará del último bastión cuasi democrático como lo es la
Asamblea Nacional. Su instalación producirá el control total, la eliminación de
todo bastión etiquetado como oposición. Ya anuncia la represión a sus
representantes que no se alinearon y crearan el caos político en los próximos
días. De esta manera, se consolida la cabeza de playa del sistema global, cuyos
dirigentes obedecen a las disposiciones operativas de otros países
antidemocráticos, pero lo más importante, es que responden a los intereses de
las grandes transnacionales dueñas del poder mundial. De esta manera pretenden
imponer sus criterios, intereses económicos y financieros. No cabe la menor
duda que su intensión es el control de la población y su manipulación en
beneficio de los intereses globales de ese temido “estado profundo” el cual
intenta destruir el mundo liberal, aprovechando las contradicciones de las
bases institucionales favoreciendo la miseria y la pérdida de libertades.
Desde el escenario de un nuevo y fraudulento parlamento
venezolano, reconocido o no por la comunidad internacional, se promoverán
instrumentos reglamentarios antidemocráticos, liquidando al sistema de partidos
para imponer una sola línea de conducta, racionalizar su esquema institucional,
someter a las organizaciones civiles y
acrecentar su autoritarismo, lo cual los llevará muy lejos en el tiempo
en detrimento de la población venezolana que ve cómo se deslizan a lo más bajo
sus aspiraciones, desapareciendo sus esperanzas de libertad, sumándonos en el
infierno de la pobreza extrema, la depauperación y el sometimiento de quienes
quieran sobrevivir a los esquema de gobierno y las directrices de sus corruptos dirigentes,
Independientemente de la propaganda del régimen, de cuya
narrativa y experticia nadie duda, continuaremos con la aterradora crisis
económica y lo más preocupante aún, es la potenciación de la migración de los
venezolanos que no conseguirán donde ir en búsqueda de la limitada
sobrevivencia natural. Para todos está claro que, los casi seis millones de
almas que sin precedente iniciaron hace ya tiempo peregrinar por el mundo, se
va a profundizar, con el agravante que no somos bienvenidos en casi lugar
alguno del mundo, somos rechazados, y lamentablemente sometidos a la condición
de parias, sin documentación válida y subestimados en cualquier actividad
laboral lo cual hace más difícil la migración y arraigo en otras culturas. Los
obstáculos serán casi insalvables para los nuevos migrantes y, de los que ya no
tienen oportunidades en el lugar que fueron producirá el retorno indeseado,
derrotados, y a su vez, repelidos para ingresar de nuevo al país. Como
consecuencia, el flujo migratorio va y viene con las trágicas consecuencias de
los caminantes que verán la muerte muy cerca, yo no solo producto de la
pandemia que los persigue, sino de la miseria y ausencia de recursos que solo
alcanzarán para unos pocos.
La situación descrita es poco comparable con la realidad y
el testimonio de quienes mayoritariamente la padecen, si algo se podrá hacer
para palear esta tragedia y apuntalar de alguna forma esta situación será
luchar para que los organismos
internacionales y gobiernos potencien su acción y busquen mejores
administradores, puesto que, buena parte de los recursos asignados, han ido a
parar a los bolsillos de muchos que se dicen
líderes de la oposición al
régimen, y en consecuencia solo llegan recursos limitados a los puntos o nodos de paso en varios países, los
cuales son insuficientes y aleatorios,
independiente de la buena voluntad de la atención humanitaria pública o
de organizaciones humanitarias privadas, que se despliegan a lo largo de los
caminos de medio mundo.
Es necesario aumentar el grito desesperado de sobrevivir e
inducir por los medios que sean necesarios para que los gobiernos diseñen
políticas públicas que ayuden a la gente más allá de lo que están haciendo. Una
forma de hacerlo es legalizar la permanencia de los migrantes, resolver el tema
de los ilegales, proporcionar visas de trabajo y desarrollar campañas de
inserción en el aparato económico y social local, incluyendo obviamente a la
educación de los países receptores.
Este dramático llamado debe ser el lema de lucha para lograr
imponerse al caos actual, apartar a los burócratas que nada hacen y lograr una
dirigencia que logre resultados sin corromperse con los recursos que deben
administrar en complemento a los procedimientos de los organismos
patrocinantes. Ha comenzado una nueva era, una peregrinación que necesita apoyo
y consolidación como principio cristiano y digno para el ser humano.
Los que se quedan dentro del país, incluso contra su
voluntad, sin recursos, sometidos a grandes vejaciones, ausencia de trabajo,
ingresos ridículos frente a la
ostentación de la burocracia del poder, sometidos al hambre y locura de
sobrevivir a la dádiva condicionada del régimen, de lograr los servicios
mínimos, la comida básica, la búsqueda de resolverse ante la especulación
inducida por la hiperinflación y abandonado a su suerte tienen pocas
alternativas de supervivencia a menos que se sometan al despreciable control
oficial que los conduce al servilismo y fanatismo obligado.
El clamor hay que redoblarlo, activando un movimiento de
denuncias y rebeldía, no somos esclavos posmodernos y necesitamos romper las
cadenas que nos atan a intereses externos, del sátrapa, destructor de vidas por
miles, de la burla de sus demenciales propósitos, desplazar a tanto bizarro
corrupto y torturador, acabar con el colaboracionismo interesado y, lograr la
participación activa y efectiva ante el maltrato y desprecio de nuestra
nacionalidad e individualidad.
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