INFORMACIÓN
Y DESINFORMACIÓN
Por
Genaro Mosquera
October 24, 2020
En la sociedad actual la mayor parte de las veces aceptamos
que ella no funciona correctamente de acuerdo con la mayoría de los valores de
la civilización porque lo asociamos a resultados cuyas causas no llegamos a
identificar acertadamente; obviamente, nos referimos a la situación política
venezolana y a la abulia de su población para salir de un régimen que ha
secuestrado a todo un país y lo ha puesto al servicio de otros enemigos de los
sistemas democráticos.
De las variables que forman parte de esa complejidad de la
sociedad surge el concepto de libertad como un valor preciado el cual asociamos
a la independencia de nuestra individualidad, prosperidad libre y la paz. Esa
característica es un valor que se extiende a todas las culturas, muy a pesar de
la diversidad y desigualdad y sobre la cual se ha puesto la máxima capacidad y
talento en la búsqueda de una aproximación a la utopía de la libertad plena. Si
examinamos el tema dentro del entorno de la psicología social, la valoración de
esa libertad no podemos alcanzarla a plenitud debido a las limitaciones que se
han impuesto regímenes antidemocráticos en diferentes gradientes del
comportamiento social.
Si abordamos el tema con las herramientas adecuadas para
lograr la satisfacción de disponer de libertad para vencer la desesperanza y
limitaciones para adquirirla, aunque fuese de manera limitada y, de no
continuar con el reclamo inútil o el resentimiento, nos obliga a resistir
debido a las circunstancias particulares de una dictadura que han puesto en
peligro la libertad. La sociedad se enfrenta a la pérdida de ella con una
postura de carácter especialmente ético, la cual valoramos muchísimo en el país
dada la circunstancia a la que estamos acostumbrados y apegados a la ley, muy a
pesar de que el régimen la desprecia, y probablemente por ello, nuestras
acciones no funcionan, o no hacemos nada, o bien poco para preservarla frente a
un régimen que tiene fines totalmente egoístas de dominación y va en contra de
la sociedad misma.
Un elemento complementario a la pérdida de libertad, a la
humillación a la cual somos sometidos y a la desesperanza que nos invade, es la
tolerancia hacia las imposiciones del régimen, que no compartimos, sino que la
rechazamos en la exacta medida que afecten nuestras vidas y propiedades; sin
embargo, la abulia nos hace caer en la sublimación para nuestra desgracia, y es
lo que el régimen está logrando con sus peculiaridades en el uso del poder. Por
supuesto, hay que incluir la conducta de un liderazgo precario que por egoísmo
no puede ni desea el desarrollo de la libertad e interviene con procedimientos
inadecuados para ayudar a gobernar de manera absolutamente autoritaria.
Ese cuadro es reforzado con métodos de la psicología social,
pensada cuidadosamente para mantener la dominación como una especie de teoría
del control social, usada con frecuencia por Rusia para intervenir elecciones
democráticas. Por supuesto, la misma es usada por el régimen para consolidar
una fachada cuasi democrática con el objetivo de confundir y quebrar moralmente
al venezolano. Esa metodología permite que a través de los medios adecuados se
puede hacer converger información falsa que lleve a tomar decisiones
“voluntarias” especialmente electorales, influenciadas y, basadas en emociones,
en una especie de combate asimétrico no convencional que se ha dado en llamar
guerra de información.
Rusos, iraníes y cubanos, expertos en desestabilización y
caos, han aprovechado la expansión exponencial de los medios y redes sociales
para volcar sobre Occidente un modelo ultrasofisticado para atacar
principalmente a las democracias como institución, pero sobre todo a Estados
Unidos influyendo en las elecciones, escenario perfecto para poner en práctica
la desinformación porque, son los indecisos o los independientes quienes
terminan inclinando la balanza al ganador, y es precisamente sobre los
indecisos donde es más fácil inducir percepciones que lleven a tomar decisiones
asociadas a los objetivos del régimen. Un ejemplo claro del asunto es la
planificación de las elecciones parlamentarias en Venezuela basadas en esquemas
ilegales, violatorias de toda normativa y el apalancamiento de asociados
políticos con carácter oportunista y de conveniencia, ligado a una campaña de
información falsa que inunda los medios preparando el terreno para ablandar la
resistencia contra las directrices del régimen. La respuesta institucional
apegada a la ley y a convenios internacionales solo responde con comunicados
inútiles.
Un ejemplo adicional se refiere a las elecciones bolivianas
de la última semana, en las que el gobierno de transición no hizo su trabajo,
no cambió el aparato electoral manteniendo sistemas y procedimientos fraudulentos
que dieron al traste de un presidente usurpador, pero que su partido apoyado en
la desinformación y el control de dicho aparato usa a una encuestadora en
particular financiada por connotados asociados al régimen venezolano, los
cuales difundieron información de resultados basados en entrevistas a electores
a “boca de urna” y proclamaron en un alarde publicitario sin precedentes a un
ganador en primera vuelta, sin que se hubiese avanzado en el conteo formal que
en ese momento no cubría la formalidad de los votos escrutados. El manejo de la
información fue tal que proclaman extraoficialmente a un ganador usando un
método cuestionable, no legal, y la oposición lo acepta anticipadamente, y lo
más grave es que instituciones y gobiernos interesados lo proclaman y validan
sospechosamente de la manera más descarada y lo concretan como hecho cumplido.
La información masiva basada en los medios sociales
convierte los procesos electorales, que son por naturaleza vulnerables, en un
medio de manipulación para dañar las democracias, de allí el interés de Rusia
de intervenir en el proceso norteamericano, no tanto para que gane uno u otro,
sino para desestabilizar el sistema y sus instituciones favoreciendo la
polarización de la sociedad e inducir que se destruyan afectando a las
democracias que están diseñadas sobre la base del consenso, la justicia y el
respeto de las minorías.
Venezuela ha sido un campo de experimentación de la
desinformación, el uso del efecto espejo, y de las redes sociales, empezando
por la técnica de construir un modelo binario, es decir, nosotros como enemigos
contra patriotas, modelo basado en la información y la desinformación.
Instituciones formales contra otras creadas por decretos, todo ello ha roto el
tejido social del país sin escrúpulos para la exterminación de los opositores resistentes y privilegiar los intereses oficiales que ya ni siquiera son
puramente ideológicos, sino de intereses comerciales en beneficio particular de
las grandes organizaciones criminales y de paso, favorecer la apropiación
empresarial, institucional y planear el apoderamiento de países democráticos
con fines expansionistas, dominación, imposición del modelo comunista y finalmente, el apoderamiento de las almas de una sociedad que se ve
contraseñida, engañada, sometida y finalmente convertida en borrego de
intereses malignos, controlado por sectas de género, de raza, del narcotráfico
y de los grupos militares que con las armas no solo someten, sino que nos
humillan, especulan y controlan.
No sé cómo llamar el uso de las redes sociales con los fines
mencionados, y de las interesadas políticas empresariales transnacionales de
los sistemas informáticos, probablemente “blogging”, que permite fijar tácticas
donde cada información es controlada y los argumentos o razonamientos
simplificados provocan un argumento en contra y a partir de ahí se genera un
efecto polarizante, es decir, opinión y contraopinión, seguidores y
detractores, contribuyendo de esta manera a la confusión como un arma poderosa
del posmodernismo ejecutada contra los
gobiernos democráticos y en detrimento de la libertad individual
complementadas con redes de agitación, propaganda, subversión y terrorismo de
nodos organizados que desarrollan actividades legales o ilegales, legítimas o
criminales, caritativas o terroristas, en una red global que extiende círculos
concéntricos de influencia del socialismo en sentido amplio. El tema electoral
calza a la perfección sobre dichas estrategias con fines de dominación
centradas en el interés económico de poseer grandes recursos para manejar el
mundo, los intereses de sus gobiernos y el lucro criminal personal para influir
con el poder monetario sobre los demás y someter a la sociedad a sus designios.
Ese es el desiderátum que hay que vencer para poder avanzar y contribuir a
recuperar la libertad.
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